Lunes, 11 de marzo de 2013

Mensajes diarios
MENSAJE DIARIO DE CRISTO JESÚS, TRANSMITIDO AL VIDENTE FRAY ELÍAS

Queridos Míos:

Ni el servidor más débil de los Míos caerá porque Mi Espíritu le dará la fuerza que necesita para cumplir con los Mandamientos del Señor. Por eso les vuelvo a decir: no teman, pero sí asuman la parte importantísima que Mi Padre les ha confiado, la conversión de los corazones al Sublime Corazón del Pastor.

Queridos Míos, cuando retorne no cargaré con la cruz del mundo, sino que vendré en Gloria para aliviar el peso que hoy el mundo lleva. Vendré para recordarles a quién pertenecen y hacia dónde deberán ir el próximo ciclo.

No vendré para anunciar el fin de los tiempos, sino que vendré para anunciar un nuevo tiempo de Gracias para la humanidad. Vendré para resucitar a los que están muertos en espíritu y en vida; vendré para elevar a los que, en la esperanza, sostuvieron la antorcha de la luz y de la redención.

Que nadie decaiga antes de Mi Venida, sino que soporte el Fuego Universal que viene a purificar las impurezas de toda la humanidad; y ese Fuego Universal será más leve si oran, si oran con la potencia espiritual del humilde corazón.

Queridos amigos de camino, que no se pierda ni la última de Mis ovejas, y si ustedes vigilan Conmigo, vigilarán con amor todos Mis rebaños, aunque Mi Mano no detendrá a aquellos que quieran hacer su propia voluntad. Estamos en el ciclo de la suprema obediencia y, obedeciendo, estarán firmes en los próximos pasos.

Mi Luz los acompaña. Mis guerreros de la Misericordia no bajen los brazos, sino elévenlos para que las redes del Gran Pescador puedan ser lanzadas a la Tierra para la salvación de los que están solos y olvidados.

Mis amigos, la hora está marcando un nuevo encuentro y para eso sus corazones deberán estar preparados por la oración. Oremos  por el mundo. La Gracia de Mi Padre deberá descender,  tomen consciencia de lo que les digo.

Bajo el poder de la Luz de Dios, sean bienaventurados.

Gracias por guardar Mis Palabras en el corazón.

Cristo Jesús