Lunes, 4 de enero de 2016

Mensajes mensuales
MENSAJE EXTRAORDINARIO DE CRISTO JESÚS GLORIFICADO, TRANSMITIDO PARA LA 30.ª MARATÓN DE LA DIVINA MISERICORDIA, EN  EL CENTRO MARIANO DE AURORA, AL VIDENTE FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN

Cuando estábamos orando la Coronilla de la Divina Misericordia comencé a ver al Maestro muy silencioso, muy introspectivo, caminando por un desierto diferente al de la última vez. En ese momento, el Maestro que era seguido por los apóstoles que estuvieron con Él en el pasado, me mostró que caminaba por regiones de Egipto y que se dirigía hacia un cierto lugar. Hasta ese momento no sabíamos de qué se trataba o lo que Él estaba viendo.

A medida que íbamos orando, Él empezó a subir de a poco una escalera de piedra bien larga que contorneaba una gran montaña. En ese momento Él mostró la imagen de Moisés con los pueblos del desierto de aquél tiempo y en ese mismo lugar. El Maestro estaba haciendo el mismo recorrido, que Moisés había realizado, por esa escalera hasta la cima del Monte Sinaí. Después de un tiempo llegó a la cima y comenzó a mirar hacia el abismo, hacia el horizonte, donde se dibujaban otras montañas y otro desierto alrededor del Monte Sinaí y como por encima, comenzaron a aparecer escenas de varias situaciones del planeta. En una de ellas el Maestro contemplaba en profundo silencio y luego la señaló con Su Mano para que los apóstoles también aprendieran y se instruyeran con lo que Él quería mostrar. En ese momento el Maestro estaba vestido con una túnica de color marrón claro, también tenía como un velo marrón que cubría Su Cabeza y observaba la escena que se desarrollaba: era la situación en Medio Oriente. A partir de esa escena, comenzó a contemplar otras y utilizó la situación que ahora se está viviendo en el planeta para instruirnos un poco sobre eso. En cuanto hablaba, intentaba colocar a través del mensaje a nuestras consciencias en otro punto, como Él decía: “En otro escalón”. Él necesita que todos estemos allí como consciencias, como hermanos para poder ver las cosas con la gravedad como Él las ve.


Lleven Mi Corazón Misericordioso como un emblema para estos tiempos finales.

Desde Egipto, en lo alto del sagrado Monte Sinaí hoy emito para el mundo la sagrada palabra de salvación. He venido a Egipto por segunda vez, después de haberlo visitado cuando era niño con Mi Bendita Madre y con Mi Amado Padre San José. Estoy en el lugar en donde Mi Padre Moisés recibió las primeras instrucciones para el mundo, los Diez Mandamientos. He subido a lo alto del Monte Sinaí con los apóstoles en espíritu de vida para mostrarles lo que en aquél tiempo pasado sucedió.

Vengo en este día de oración para recordarles el legado fundamental al que muchos no quisieron prestar atención por dejarse arrastrar por los pecados del mundo. He subido hasta la cima del Monte Sinaí para reintegrar con Mis propias Manos la restauración de las diez básicas Leyes, las que en estos tiempos de hoy ya no son respetadas.

Cuando Me encontré con Elías y Moisés en el monte de la transfiguración, concluimos una etapa de la enseñanza y esa enseñanza aún está vigente en los tiempos de hoy.

Amarás a Dios por encima de todas las cosas, y Su Pastor complementó en aquél tiempo: amarás a Dios por encima de todas las cosas, y a tu prójimo así como te amas a ti mismo. Esta Ley primera no fue comprendida ni practicada.

Tampoco se vivió el mandamiento: no cometerás adulterio y tampoco el de no matarás. Fue así que el Hijo de Dios se entregó como cordero para ser llevado al matadero y para que todas las Leyes no se precipitaran sobre el mundo. El Cordero fue llevado al más doloroso matadero y en silencio dio la vida por todos.

Por eso hoy, en gloria y espíritu Me encuentro en la cima del Monte Sinaí para recordarle al mundo y a todas las almas que las Leyes básicas no fueron cumplidas por la mayoría, a pesar de que el gran Cordero fue llevado al matadero y entregó Su Sangre por ustedes.

Vengo para darles la señal verdadera de su salvación. Vengo para demostrar que muchos de los que se dicen sabios están equivocados y no han hecho cumplir las Leyes de Mi Dios. Si las Leyes fueron entregadas por Adonai son para ser practicadas en la experiencia de la vida. Aún muchos creen tener victoria por encima de los otros pero están muertos.

Vengo a desvendar a los que se dicen inmortales y están dentro de Mi Iglesia.

Vengo a desmitificar a los que se dicen héroes de Mi Institución Divina, porque en verdad, le pedí a Pedro el Apóstol que solo hiciera fundar la verdadera iglesia del corazón, no la iglesia de la posesión.

Las obras se cumplen espontáneamente. Si las obras no son espontáneas, estas son falsas, no son verdaderas. La cabeza de Mi iglesia espiritual se da a través de los simples, de los verdaderos y de los humildes servidores que no son vistos por las multitudes. En ellos está el Poder multiplicador de Dios, en ellos está la obra única para estos tiempos. Es por eso que he venido a recordarle a los letrados y a los que se dicen sabios que la verdadera iglesia mora en el espíritu de cada corazón entregado a Mis designios. No existen dos iglesias, solo existe una, que es la morada de los puros, de los inocentes.

Por eso, desde lo alto del Monte Sinaí declaro amorosamente que no están cumpliendo con lo que he pedido, dar sus riquezas a los más pobres, dar sus banquetes a los hambrientos. La Iglesia Celestial está apoyada en los olvidados de siempre, en los más simples de corazón. Si los que dicen seguirme no cumplen las Leyes, ¿cómo los demás las cumplirán?

No vengo para acusar a nadie, sino para corregir lo que está torcido desde el principio.

Sepan que Mi nombre santo es de todos, Mi nombre no es posesión de nadie ni de ninguna autonomía. Vine al mundo por los desesperados y no por los fariseos vestidos ahora de tiempo actual.

Mi verdadera morada está en los corazones cristalinos. Está en los que hacen sonreír a un niño con simplicidad. Está en los que extienden sus manos a los enfermos y a los poseídos de espíritu. Mi Presencia está en el espíritu de las personas simples y no en las paredes de los templos. Busquen la iglesia que vive en su interior para que Yo pueda cenar con cada uno de ustedes.

Es de esa forma que desde lo alto del Monte Sinaí Mi mirada ya acompaña los pasos de los que verdaderamente se encaminarán a entregar sus vidas en esta próxima misión a Medio Oriente, así como otros seguidores Míos lo hacen. Porque los que dicen que hablan de Mí en el mundo entero, no están en donde existe el dolor del mundo, el hambre y la desesperación por tan largo exilio.

Un verdadero apóstol de Cristo no trabaja para Mi Padre desde su butaca, un apóstol de Cristo da un poco más de lo que puede dar, hasta que duela. La verdadera paz se alcanza en los desafíos extremos. No basta mirar con consuelo al que sufre, solo basta entregarle un lugar de alivio y de refugio.

Quisiera que en esta Maratón sus consciencias, después de veintinueve encuentros, ya estén en otro escalón de caridad y de servicio. Háganlo no solo por los que padecen el exilio por las guerras, sino también por aquellos que gobiernan y rompen las Leyes de Dios. Enfrenten a través de esta Maratón un Armagedón con fe y esperanza, sin bajar los brazos, sin dejar de sentir en el interior el pedido de misericordia. Este ya es el tiempo de las batallas, pero también el de las últimas Gracias. Declaren a Mi Corazón su confianza en Mi y dónense por entero sin miedos. Así el mundo, al menos una pequeña parte, será digno de estar en el Señor y de retornar a Su Plan infinito. Que esta Maratón los unifique todo el tiempo. Que esta Maratón los haga crecer en madurez asumiendo sus lugares en esta batalla final.

Que Mis soldados sostengan la antorcha de la victoria de Mi Misericordia hasta el final, aunque tengan que dar la vida por Mí para defender Mi Obra redentora.

Es así que desde el corazón del desierto de Egipto, de lo alto del Monte Sinaí, envío un saludo de paz. Que esta paz se haga eco en los corazones abiertos a escucharme.

Bajo la Misericordia de Dios sean bienaventurados y mansos.

Los alienta, los ama, los guía,

Cristo Jesús Glorificado