Domingo, 4 de agosto de 2019

Mensajes diarios
MENSAJE DIARIO DE CRISTO JESÚS GLORIFICADO, TRANSMITIDO EN LA CIUDAD DE BUENOS AIRES, ARGENTINA, AL VIDENTE FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS, CON MOTIVO DEL DÍA DE CELEBRACIÓN DE LOS SACRAMENTOS

Y verán venir, compañeros, al Hijo de Dios transfigurado en el momento más culminante de la humanidad así como Él viene hoy a su encuentro en Divinidad y en Espíritu. Yo retornaré en la hora más culminante de la Tierra, cuando vendré a buscarlos y a reunirlos en Mi Nombre, de la misma forma como Yo reuní a los doce apóstoles en el pasado, pero esta vez será diferente porque, a pesar de que el mundo esté en convulsión, ustedes podrán reconocerme y Me recibirán de la misma forma que lo hacen en este momento.

Reuniré a todas las tribus de Mi Padre, no solo aquí en Argentina, en lo alto de una montaña, sino que también apareceré, al igual que en Betania, en otros lugares de Sudamérica a fin de que en esa hora tan aguda y difícil, ustedes, Mis amigos, no sientan miedo alguno sino un profundo y jubiloso gozo por volverme a encontrar.

Los llamaré a cada uno por su nombre original y así despertará en ustedes el dulce recuerdo de haber estado Conmigo una vez, compartiendo el mismo pan y el mismo vino que hoy les vuelvo a entregar a todos.

Mi llegada a Argentina esta vez es diferente, ya los encuentro más maduros y conscientes de la importancia de seguir a su Redentor sin duda alguna.

Este es el tiempo en el que finalizará su preparación interior y comenzará su verdadero servicio por la redención y por el perdón de todo el género humano.

Llegó el tiempo de Mi Retorno.

¡Les agradezco por haberme recibido!

Los bendice,

Su Maestro y Señor, Cristo Jesús

 

Palabras de Cristo Jesús transmitidas durante la consagración de los elementos, en la presencia de muchos peregrinos: 

Que Mis Palabras puedan ser el soplo del Espíritu en ustedes para que se manifieste en este tiempo el verdadero ser, aquel que Me representará en la Tierra y que dará testimonio de Mi Presencia en el mundo entero.

Yo vengo para congregarlos en la Verdad, en la única Verdad de Dios, que los hace participar de Su libertad espiritual y que les promete la redención total de sus seres y de sus consciencias a fin de que se cumpla Mi Propósito Crístico.

Ahora, que los encuentro con esta alegría, y con este recibimiento que siento en Mi corazón, el Espíritu Santo actuará a través de sus Dones y por medio de los Sacramentos para que, renovados en la fe y en la confianza en Dios, sepan que seguirán caminando Conmigo hacia adelante, buscando en su interior la realización del Plan de Dios y la concreción de Su Proyecto en esta raza humana, por medio de la acción de Mi Misericordia, de Mi Gracia y de Mi Piedad.

Abro las puertas de Mi Corazón y de Mi Consciencia para que reciban la presencia de Mi Iglesia Celestial, la que los congrega en igualdad y en amor, la que los hace celebrar el Amor del Padre eternamente Conmigo.

Nos ponemos de pie.

En este momento, cada uno de Mis representantes y servidores en la superficie de la Tierra hará su oferta ante el Padre Celestial por intermedio de Mi Sagrado Corazón, para que Él reciba sus súplicas, sus intenciones y su verdadero ofrecimiento a fin de que Su Gracia continúe descendiendo a la Tierra y tocando a todos los corazones.

En el silencio de su corazón harán esta oferta Conmigo; mientras que, en presencia del Amor vivo de Dios, su Maestro y Redentor transubstanciará los elementos junto con las huestes angélicas para que la Misericordia del Padre descienda sobre los seres y el planeta, y la llama de luz en sus corazones se vuelva a fortalecer y a reencender para que el amor y la gracia abunden en el mundo y se respete el amor a la vida.

En la Presencia de Cristo, Nuestro Señor, por su invitación y llamado, vamos a ingresar en la consciencia de Su Iglesia Celestial entonando todos juntos el “Kodoish melódico”.

Vamos a volver al instrumental “Y así habló el Maestro”.

Y ante la Presencia de nuestro Señor Jesucristo, nuestro Redentor y Salvador, a Su pedido y llamado, en este momento vamos a participar de la consagración y de la transustanciación del pan y del vino, que se convertirán en el Cuerpo y la Sangre de Nuestro Señor. 

Invitamos a los que puedan, a arrodillarse o a quedar de pie.

Damos gracias a Dios por la renovación de este sacrificio y por la inspiración, en este momento, que nos da nuestro Señor Jesucristo a través de los Sacramentos y especialmente del Sacramento de la Eucaristía.

En aquel tiempo, Jesús estaba reunido con Sus apóstoles y muchas consciencias más en los planos internos, que están hoy aquí presentes.

Él tomó el pan, lo elevó, reconoció el sacrificio que el Padre le estaba pidiendo vivir y con la inmensidad de Su Amor agradeció, lo entregó a Sus apóstoles y les dijo: “Tomen y coman todos de Él, porque este es Mi Cuerpo que será entregado por ustedes para el perdón de los pecados” y al sonar de tres campanadas se estableció la transustanciación del pan en el Cuerpo Divino de Cristo.

Te alabamos Señor y te bendecimos (se repite tres veces).

Y antes del Señor finalizar con Su Cena y entregar el mayor regalo de amor a la humanidad, tomó el Cáliz, elevándolo a Dios, el Padre lo bendijo y Él agradeció profundamente por ese sacrificio que viviría por cada uno de nosotros hasta el fin de los tiempos. Lo entregó a los apóstoles diciéndoles: “Tomen y beban todos de Él, porque este es el Cáliz de Mi Sangre, Sangre de la Nueva Alianza, que será derramada por Su Redentor y por muchos mártires para el perdón de los pecados. Hagan esto en Mi memoria”. Y al sonar de tres campanadas se estableció la transustanciación del vino en la Sangre preciosa de Cristo. 

Te alabamos Señor y te bendecimos (se repite tres veces).

El Cuerpo y la Sangre Divina de nuestro Señor. Amén.

En unidad a Su Sagrado Corazón, y por el triunfo y la victoria de Su Reino en la humanidad, unidos a Él, en absoluta consciencia y sintonía, repetimos la oración que Él nos enseñó: Padre Nuestro.

Nos podemos poner de pie.

Compañeros, nunca pierdan la esperanza y la fe porque son virtudes que los renovarán y siempre los impulsarán a seguir adelante, sabiendo trascender barreras, sabiendo vivir desafíos, y así alcanzarán la paz, nunca la perderán porque estarán en Mí y Yo en ustedes.

Que la paz en este día, esté en ustedes y en Argentina. Amén.

En presencia del Amor del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, en fraternidad, se darán el saludo de la paz.