Viernes, 18 de noviembre de 2022

El Sagrado Llamado
APARICIÓN DE CRISTO JESÚS GLORIFICADO EN ROMA, ITALIA, AL VIDENTE FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS, PARA EL SAGRADO LLAMADO DEL DÍA 20

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cuando el mundo recuerde la simplicidad que perdió, los conflictos se disolverán y la paz retornará al mundo interno de muchos seres.

Cuando el mundo recupere la simplicidad que perdió, no habrá motivo de ostentación y de guerras, porque podrá reinar el Paraíso de Dios, aquel Sagrado Proyecto que está pensado por el Padre desde el principio, Proyecto que forma parte de la Sagrada Creación.

Cuando el mundo recupere la simplicidad que perdió, ya no habrá motivo ni lugar para el falso poder, la impunidad, la conquista y la ostentación que muchas consciencias buscan en estos tiempos; porque Dios, el llamado Padre Eterno, es la misma simplicidad y, al ser simple, no es solo humilde, sino también expresa Su Amor y Su Grandeza a través de lo que es pobre en espíritu y en esencia.

La simplicidad fue el atributo que colmó a la Sagrada Familia. Sin simplicidad, María no podría haber dicho sí. Sin simplicidad, San José no habría podido responder al Llamado de Dios, para ser el padre espiritual del Mesías, de Aquel que nació en el humilde Pesebre de Belén.

Sin la propia simplicidad, aquella que Me concedió el Padre por Gracia, no podría haber sido el propio Cristo, Aquel que se arriesgó a beber del cáliz, Quien sufrió por ustedes en silencio en cada paso de la Cruz, pero en profunda simplicidad para que el mundo pudiera tener una nueva oportunidad de Redención y de Misericordia para poder llegar a estos tiempos.

Pero en algunas regiones del mundo, muchos seres humanos, en estos tiempos críticos, sufren depresión por falta de simplicidad porque no permiten que sus almas se expresen, no solo en simplicidad, sino también en humildad y en pobreza de espíritu.

Por eso, hoy vengo a decirles esto; porque lo habrán podido escuchar muchas veces, pero es algo tan esencial en estos tiempos, aunque la mayoría de los Hijos de Dios a veces cambia la simplicidad por la ostentación de la vida material, y muchos de ellos, en estos tiempos, no comprenden por qué atraviesan ciertas pruebas o experiencias difíciles.

Por eso, sean como el propio Dios a través del ejemplo de su Santísima Madre y de Su Santísimo Hijo, y vivan en simplicidad para que el mundo pueda recuperar los principios de su Proyecto Original, aquel Proyecto que aún está por cumplirse y realizarse, y que todos ustedes y sus hermanos del mundo son llamados a postularse a ese camino de realizar el Proyecto de Dios en la superficie de la Tierra.

Esto era lo primero que quería decirles, porque todos deben colocar su mirada en la esencia de este Mensaje; porque mientras las almas no vivan en simplicidad, no podrán comprender muchos Misterios de Dios.

Él los necesita ver simples, para que Él los pueda ver puros de corazón, puros de intención, libres de los errores y del pecado; para que así puedan estar prontos para aprender a amar en el día a día de la vida, en cada paso que son llamados a dar en estos tiempos definitivos.

También hoy, estoy aquí, en Roma, en Espíritu y en Divinidad, en esencia y en simplicidad para hacerle recordar a Mi Iglesia, extendida por toda la Tierra, que su propósito es la simplicidad para que puedan estar en la misma Consciencia del Padre Eterno, para que de esa forma puedan ayudar mejor al mundo, a los más pobres entre los pobres, aquellos que no tienen nada y son simples.

Pero todos los que Me representan en la Iglesia, sacerdotes, religiosos, creyentes, devotos y todos los que siguen los Pasos de Cristo, deben ser ese mismo Espejo de la Simplicidad de Dios, para que todos puedan estar prontos para lo que llegará en el fin de los tiempos y así puedan ayudar mejor a las personas; especialmente aquellas que siempre ostentaron la vida material y dejaron atrás la vida espiritual, no solo olvidándose de Dios, sino también de su mundo interno. Porque todas esas personas, que están presentes en la superficie de la Tierra, necesitarán recuperar su simplicidad interior para que tengan la Gracia de recuperar la humildad.

Es de esa forma que hoy vengo aquí, como el Mensajero de la Simplicidad de Dios y, a través de este simple lugar que Me ofrecieron, Mi Consciencia Crística ha podido ayudar a Europa Oriental, más allá de las fronteras de Ucrania, pudiendo cerrar puertas inciertas, pudiendo recuperar corazones que han sufrido la guerra y el terror, pudiendo llevar a todos aún más hacia Mi Divina e Insondable Misericordia a través de la poderosa Fuente de la Misericordia que una vez Yo abrí en Polonia.

De esta forma, compañeros, Yo los coloco a todos ante Dios, ante Su Gran Espíritu de Simplicidad y Amor; porque Él espera, pacientemente en estos tiempos, que las almas aún puedan comprender Su Voluntad y así puedan vivirla como está escrito.

Hoy, vengo a colocar a todos debajo de Mi Manto, porque el mundo lo necesita, y si el mundo lo necesita es porque las almas lo necesitan. Vengo así, a contemplar todas las necesidades, todas las intenciones de los corazones buenos, de aquellos que intentan día a día vivir Mi Espíritu de Paz.

Abracen, entonces, con alegría al Sagrado Espíritu de la Simplicidad de Dios; porque allí encontrarán la respuesta que tanto buscan para fortalecerse en estos tiempos y para aprender a fortalecer a sus hermanos de camino, a todos los que están a su alrededor.

Yo vengo a decirles esto, porque sé que lo pueden vivir, pero no pueden olvidarlo. El mundo está con sus ojos en otros espacios. Las almas tienen sus ojos en otros lugares. 

El Padre Eterno aún espera poder regresar al corazón de Sus Hijos, para poder morar y expresar Su Luz.

Por eso, una vez más y a través de todas sus oraciones, podrán ayudar silenciosamente a aquellas almas que no tienen a Dios porque no lo esperan, porque no lo aman, porque no lo adoran; pero sí, el Padre Eterno espera por Sus Hijos, ama a Sus Hijos y espera que lo reconozcan como un Padre de Amor y de Misericordia, de Piedad y de Compasión.

De esta forma, a través de este día y de este encuentro, Mi Sagrado Corazón vuelve a reabrir las puertas de la Gracia, de la Misericordia y de la Luz, sobre todo el hemisferio norte, para dar continuidad a Mi Obra de Misericordia y de Redención en aquellos lugares que necesitan de Mi Presencia y, sobre todo, necesitan de Mi Dios. 

Por eso, esta etapa es muy importante, es importante que todos apoyen, acompañen y ayuden; porque vendrán tareas importantes y exigentes que, como hace más de dos mil años atrás, esas importantes y sagradas tareas, encomendadas por el propio Cristo, fueron realizadas por muy pocos.

De esta forma, Yo los entreno y los preparo para asumir Conmigo la cruz planetaria, para que puedan superarme en el amor, en la entrega, en la solidaridad y en la cooperación con el Plan de Amor, aquel Plan Divino que espero que se pueda cumplir en muchas almas.

Por eso, una vez más, Yo los vengo a ungir con Mi Espíritu, así como les prometí a Mis apóstoles y hoy les prometo a ustedes, cumpliéndolo por medio de Mi Palabra y de Mi Presencia.

Aún Mi Corazón sufre por lo que ve del mundo, no solo lo que ve allá afuera, sino también lo que ve dentro de Mi Iglesia; por eso, Yo los invito a rezar por la reparación del Sagrado Corazón de Jesús, por todos aquellos que son Mis apóstoles y Mis compañeros en el mundo entero, y algunos de ellos en vez de dar los pasos hacia Mí, dan los pasos hacia su propia voluntad, muchas veces por no vivir la simplicidad interior.

Por eso, hoy, todos ustedes, a través de Mi Unción Espiritual, reciban este Don de la Simplicidad de Dios, para que siempre recuerden que es allí donde está Dios. Él no está en los poderes materiales ni en las ostentaciones espirituales. Él no está en la opulencia ni en las riquezas. Dios está presente, una vez más, en el corazón de los simples y de los humildes, en todos aquellos que espejan Su Presencia con simplicidad y amor.

Les agradezco que estén hoy aquí Conmigo, esto es muy significativo para Mí porque habla de muchas oportunidades internas, no solo para los presentes, sino también para otras almas que las necesitan. Por esa razón, les agradezco por estar aquí, acompañándome, siguiéndome, buscándome y adorándome como su Maestro y Señor, el Redentor.

Y ahora, desde el Centro Mariano de Figueira, en el nombre de Jesús, el Cristo, celebremos la Comunión Espiritual para dar comienzo a esta nueva etapa de servicio incansable, de sacrificio permanente, de donación espontánea, no solo por la Obra de Mi Misericordia en el hemisferio norte y en el mundo entero, sino a través de las Misiones Humanitarias en Angola, Polonia y en otros lugares del mundo, en donde Mi Amor Misericordioso y Mi Espíritu Consolador deberán llegar a través de las manos y de los corazones que se donen por un solo fin: el triunfo de Mi Amor en toda la humanidad.

Una vez más, les agradezco por su pronta respuesta al Inmaculado Corazón de María.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.