Viernes, 16 de septiembre de 2016

El Sagrado Llamado
APARICIÓN DE CRISTO JESÚS DURANTE EL SAGRADO LLAMADO, EN EL CENTRO MARIANO DE FIGUEIRA, MINAS GERAIS, BRASIL, TRANSMITIDO AL VIDENTE FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN

Arcángel Gabriel:

Yo Soy el Arcángel Gabriel, el Mensajero de Dios.

Vengo antes de Cristo para anunciar una profecía.

Recemos al Hijo Primogénito.

Gracias por escuchar.
 

Fray Elías del Sagrado Corazón:

En nombre del Cristo de la Luz...

Vamos a volver a cantar "Cristo, Tú el Amor" para esperar al Maestro.
 

Cristo Jesús:

Abracen su cruz y síganme.

Yo vengo del Cielo como un Mensajero de la Paz, para traer esperanza a los corazones perdidos, para pacificar a los que Me juzgan, para traer cura a los que más lo necesitan.

Yo Soy ese Gran Corazón del Universo que se anuncia a todas las almas trayéndoles la renovación, la trascendencia y la transfiguración de sus consciencias.

Este es Mi Mensaje para el fin de los tiempos: Que todos Me puedan vivificar, no importando a qué creencia pertenezcan, porque si en ustedes está el Amor de Dios, estará el Amor del Hijo de Dios y Él los colmará, Él los guiará, ese amor los fortalecerá y sabrán cuál camino seguir en estos tiempos.

Yo estoy llamando a todas las almas que siguen diferentes caminos de luz, y más aún, llamo a aquellas almas que están perdidas en los caminos oscuros.

Incluso dentro de Mi Iglesia, Yo vengo a desterrar lo que ya está viejo.

Mi Gobierno es Divino y no es terrestre.

Mi Iglesia es Celestial y Universal y no está hecha de piedra, como está en las mentes de algunos corazones.

Yo vengo a traer para todos el Gran Espíritu de Mi Ascensión, aquel que pulsa en el corazón del Universo y que ha redimido a todos los mundos existentes. Así Yo les traigo también Mi Divina Misericordia para que en lo profundo de sus corazones puedan conocer Mi Paz.

No vengo a crear conflictos entre las naciones, ni tampoco entre las religiones. Mi única religión, queridos compañeros, es el Amor, y sé que desde el principio en que Yo estuve entre ustedes, los primeros no comprendieron Mi Mensaje. Y ese mensaje equivocado ha llegado hasta los tiempos de hoy, por eso la estructura de Mi Iglesia es muy rígida.

De tiempo en tiempo, a través de Mis Divinas Faces, Yo vengo a traer la renovación para poder romper con todas las estructuras que han cristalizado a muchos corazones de la Tierra.

Vivan en Mi Misericordia y profesen Mi Divina Misericordia verdaderamente.

Mi Cetro no está en los impíos, ni tampoco en los que creen gobernar a través de Mí.

Mi Cetro de Luz está en los humildes, porque no es nada material. Mi Gobierno es espiritual e incalculable.

Yo traigo para todos la Divina Misericordia del Universo, algo que atraje a la Tierra cuando morí en la Cruz.

Por eso, sientan estas cosas de verdad, transformen sus corazones a tiempo y no quedarán como sus semejantes, perdidos en sus propias ideas y proyectos.

Que todos puedan escuchar nuevamente, así como escucharon en el Monte de las Bienaventuranzas: Yo Soy el Hijo del hombre, Soy ese puro Corazón de Amor que se representa a través de la Misericordia para que todas las almas puedan alcanzar la redención.

En este ciclo final del planeta, nuestro mensaje no es traer terror a los corazones, sino consciencia y despertar.

Cuando el impulso de nuestros mensajes llegue a todo el mundo, verán cómo se mueven los castillos de arena de aquellos que construyen sus propias estructuras y dicen hacerlo todo en Mi Nombre. Pero esas cosas no son así, compañeros.

Yo los invito a vivir la renuncia de sí, el vacío de sí, para que Mi Iglesia que es celestial y no terrenal pueda despertar en todos los corazones que lo necesitan.

Por eso envío a Mis ángeles y arcángeles, para que den testimonio al mundo de que muchos de Mis apóstoles están equivocados.

Yo vine a traerles el Evangelio y la buena nueva a través de las cosas simples, de la oración, de la caridad y de la pobreza.

En Mi Iglesia Celestial no existe ningún  bien, sino que solo se guardan los tesoros del Corazón de Dios que no son visibles para todos.

Abran los ojos, apóstoles Míos del mundo entero, sacerdotes que predican Mi Palabra.

Mi verdadera Iglesia aún está descendiendo al mundo, y esta es espiritual y sublime.

Dichosos de aquellos que Me adoran en el Santísimo, porque podrán comprender todos los misterios que hoy traigo.

Ya no molesten a sus hermanos, vivan su propia transformación antes que la puerta de la Misericordia se cierre. No habrá lugar o espacio donde podrán llorar.

Arrepiéntanse y hagan penitencia, sacerdotes, antes de que todo sea tarde.

Ya fue dicho y fue escrito: El Hijo de Dios junto a sus ángeles y arcángeles separarán la paja del trigo y vendrá con Su Justicia Divina para corregir a la humanidad y también a toda la iglesia de la Tierra.

Nadie se escapará de Mi Justicia Universal, pero si se arrepienten de corazón y no de apariencia, podrán encontrar Mi Reino Celestial.

Nuevamente, no depositaré Mis perlas preciosas en los cerdos.

Ayuden a las almas a que se puedan rescatar y cumplan la misión que vinieron a cumplir.

No difamen las cosas de Mi Obra y únanse en la caridad y en el ecumenismo, porque será el Amor de Dios que triunfará en todos los corazones de la Tierra.

Será ese Amor infinito e inexplicable lo que unirá a las religiones y a los credos, porque cuando Yo retorne al mundo físicamente, demostraré al mundo y especialmente a todos Mis seguidores, cuánto se han equivocado. Así abrirán sus ojos y podrán reconocer todo lo que hice a través de los tiempos, a través de todas las consciencias que Yo he autoconvocado.

No tienten al mal, porque en verdad no lo conocen. Únanse a MI Corazón y encontrarán la paz.

No sean incrédulos, no desmientan Mi Mensaje.

Mi Corazón viene a los que no han llegado a Mi Iglesia, a todos aquellos que ustedes no consiguieron atraer.

Vivan en el amor y estarán en Mi Divina Misericordia, y no serán tocados por la vara de Mi Justicia.

No desmientan Mi Mensaje.

Yo no vengo por el mundo, vengo por las esencias, por los corazones que necesitan reencontrar el amor y vivir Mi última y Divina Misericordia, porque Yo elevaré hacia el Reino de Mi Padre a los que están caídos y no serán Mis sacerdotes los que entrarán primero al Reino de Dios.

¿Se han preguntado alguna vez, si pudieran ir al purgatorio?

Todo está permitido en estos tiempos.

Vivan el amor, porque el amor lo necesita la humanidad, así atraerán la paz, y así terminará el conflicto en todo el planeta.

Fray Elías del Sagrado Corazón:

Cristo se fue.

Vamos a entrar un momento en adoración y a pedir perdón, por nosotros y por nuestros hermanos, por el cumplimiento de la Obra del Padre.

Cada uno hará su oferta para Cristo, en gratitud y amor.

El Arcángel Gabriel nos ha pedido el Santísimo. ¿Pueden traerlo aquí?

Vamos a mantener la conexión con los ángeles.

Vamos a mantenernos en oración silenciosa agradeciendo la presencia del Arcángel Gabriel, y lo que esto significa.

Vamos a mantener ese contacto con esa realidad, ese Reino Angélico y Arcangélico que viene a auxiliarnos y a traernos la paz. Y así vamos a prepararnos para adorar al Santísimo por algunos minutos, trayendo la paz para nosotros, para el planeta y para nuestros semejantes, para aquellos de quien Cristo habló.

El Arcángel Gabriel dice que penetremos el Universo del Santísimo con los ojos de nuestro corazón.

Que a través de este símbolo sagrado podamos encontrar el Reino de Dios y todos los ángeles adoradores que traen la Paz y la Misericordia de Dios para todos los Universos.

Vamos a adorar, dice Gabriel Arcángel, por todos aquellos que fueron ultrajados y sacados del camino de la luz.

Vamos a ofrecer esta adoración por esas almas, confiando en la plenitud de la Misericordia de Dios por cada una de ellas.

Unamos nuestras almas al Santísimo del Altar y confiemos en el Señor en este mismo presente, en el Eterno Presente del Creador.

Adoremos por los que son injustos y por los que lastiman el Plan de Dios, porque en su esencia, en verdad no conocen el amor, sino solo el dolor.

Tengamos misericordia, y seamos misericordiosos.

Reverenciemos.

Mi Dios, yo creo en ti...

Vamos a agradecer a Cristo por este momento y a llevar Sus Palabras en el corazón, a mantener esa comunión que hicimos con Él, internamente.

Vamos a cerrar el programa de hoy de esta forma, en silencio, para que podamos mantener lo que el Arcángel Gabriel y Cristo construyeron en nuestro interior.

¡Gracias Señor por cuánto nos das!