Sábado, 17 de julio de 2021

El Sagrado Llamado
APARICIÓN DE CRISTO JESÚS GLORIFICADO, EN EL CENTRO MARIANO DE FIGUEIRA, MINAS GERAIS, BRASIL, AL VIDENTE FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS, PARA EL SAGRADO LLAMADO 

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

He aquí el Señor de las Espadas; Aquel que no batalla, sino que conquista a través del Amor.

He aquí el Señor de las Espadas; que no hiere ni lastima, sino que corta los lazos con el mal.

He aquí el Señor de las Espadas; que ilumina los espacios y los abismos, liberando a las almas de la perdición y rescatando a las esencias de los infiernos.

He aquí el Venerable Señor de las Espadas; que trae el Propósito de Dios a la Tierra, que abre los planos de consciencia con la Luz poderosa de la Espada de Dios, para que las almas se eleven y se trasciendan en el Reino de Dios.

He aquí el Señor de las Espadas; Aquel que derrota con la fe, Aquel que gana con el silencio, Aquel que ostenta la expresión de la Voluntad de Dios.

Reconozcan la Faz del Señor de las Espadas, porque a través de Su Presencia vencerán y no le tendrán miedo al fin de los tiempos; sino que, como guerreros apóstoles de la Paz, de la Misericordia y del Bien, llevarán Mi Amor Crístico a todos los que lo necesiten.

Templen sus espadas; la espada del corazón que no lastima ni hiere, sino que libera los infiernos de la Tierra a través de la fervorosa oración.

Esa es la Luz que enciende sus espadas; esa es la Luz de la oración que les trae sabiduría y entendimiento, ciencia, comando y estrategia.

Es la Luz de la oración la que encenderá sus espadas y, a través de la espada del corazón, construirán una gran fortaleza que no será derrotada por nada; porque su fe siempre deberá estar fuerte, sobre todo, ante lo que es desconocido.

Sean postulantes a guerreros y apóstoles de la Misericordia; porque Mis ejércitos se preparan para la gran y última batalla, la batalla del Armagedón, en donde todos se querrán poner contra todos, sobre todo, en aquellos espacios en donde no existe Mi Amor ni Mi Luz.

Pero ustedes junto a Mi, junto al Señor de las Espadas, compartirán las estrategias, los planes y los proyectos internos que, durante la batalla, se llevarán adelante para rescatar hasta la última alma perdida.

El tablero del fin de los tiempos está sobre la mesa; piezas increíbles están siendo movidas en este juego, porque a pesar de las tinieblas, el caos o el sufrimiento de la humanidad; el Amor y la Luz del Padre y del Espíritu Santo tienen que prevalecer, cueste lo que cueste.

Por eso, sean instrumentos y piezas preciosas en Mis Manos. Nunca jueguen en contra de Mis proyectos, no se dejen arrastrar ni engañar, utilicen la inteligencia del Santo Espíritu, utilicen la templanza del Amor Crístico para que, dentro de esta estrategia de guerra espiritual y planetaria, sus consciencias estén colocadas en el lugar correcto y no en el momento ni en la situación incorrecta.

Para eso, deben ser postulantes al gran Espíritu del Comando de Cristo. 

A pesar de los momentos difíciles o de las dificultades en cualquier plano de consciencia, el Señor de las Espadas los guiará y aún más, les mostrará las más tenebrosas intenciones de Mi enemigo y, en la hora cierta y en el momento preciso, la espada de sus corazones cortará los grilletes y generará la liberación para que las almas no estén perdidas.

Nunca vivieron un tiempo como este. La luz de la oración no solo debe iluminar sus caminos, o hasta aun sus desiertos; la luz de la oración, que enciende la espada del corazón humano, debe demostrarles el Plan del Redentor que está suspendido en el Universo Espiritual, como una gran estrategia para el fin de los tiempos.

Sean parte de una cadena de Luz, de aquella cadena de Luz que gesta la Jerarquía para llevar adelante los Designios del Padre.

Pero si les pido que corten las cadenas del mal, los hábitos de la superstición, de la mentira, de las medias verdades, de los comentarios y hasta de los juicios de valor; sumérjanse en el Amor de Mi Corazón y el Señor de las Espadas siempre los protegerá de cualquier mal. Y, cada día que pase, estarán más lejos, muy lejos de la ilusión y sus ojos aunque sean humanos contemplarán, con el alma, las necesidades urgentes de este planeta; desde sus Reinos de la Naturaleza hasta todos los seres humanos que habitan aquí  y que son tragados por el materialismo y el consumismo, por la invasión constante de las informaciones que no son espirituales ni evolutivas.

Por eso, Yo los invito, en este día, a ser parte del Comando del Señor de las Espadas, no para transgredir ni tampoco para lastimar. 

Por eso, deben cuidar del verbo, de todo lo que digan y de todo lo que emitan, porque la lengua podría convertirse en una espada de transgresión de todas las Leyes.

Que sus labios solo estén en la oración del corazón. En la hora cierta, recibirán la respuesta que necesitan y sabrán qué camino recorrer y no perderán la paz.

Ahora, hagan su oferta interna al Señor de las Espadas y que la luz del corazón les dé el entendimiento en este momento para la necesidad que el Señor les presenta.

Que la luz de la Espada del Corazón, encendida por la poderosa oración y el sublime verbo de la Creación Divina, los consagre y los confirme en esta tarea interna, que no tiene una forma ni tampoco tiene un método, sino que es conducida por una estrategia espiritual.

Oremos:

¡Oh, Señor de las Espadas, Sublime Corazón de Jesús! 
Que mis labios nunca pronuncien ningún mal,
que mi oración se convierta en un verbo sublime,
para que la espada de mi corazón
solo emita amor y compasión
hacia todos los planos de consciencia.

¡Oh, Señor de las Espadas! 
Extirpa las células del mal,
libera las cadenas de la perdición,
para que reconozcamos la Faz de Tu Retorno
en este último tiempo de la humanidad. 

Amén.

Ahora, que han hecho su oferta, consumarán este momento con la Comunión Espiritual que será ofrecida después de este encuentro Conmigo.

Pero antes de que ese ejercicio sea entregado amorosamente a todos, quiero decirles que sepan que Mi Corazón tiene un lugar y un recinto para cada uno de ustedes. Les pido que no le teman al mal. Él podría hacer mucho ruido, pero es muy débil porque no conoce el Amor, no conoce la Luz ni la Unidad; pero ustedes que han sido agraciados y colmados por Mi Espíritu a través de tantos años, sus consciencias y sus almas conocen el Amor, la Luz y la Unidad. 

Afirmen su fe en estos tres importantes principios y pídanle a Dios que les muestre cuando en algún momento no amen, cuando en algún momento no iluminen o cuando en algún momento no estén unidos a sus hermanos. Así permitirán que el mal no prevalezca; y no demoren en retomar el camino hacia el Amor, la Luz y la Unidad, que los llevará a Mi Misericordia.

Crean que Yo estoy aquí y Soy su Redentor, y que traigo un Mensaje de Paz y de despertar para el mundo. Si eso no fuera así, no tendría sentido que vinieran a Mi encuentro. Pero hoy, les digo que sí vienen a Mi encuentro interno, para que sus esencias sean fortalecidas y aprendan a atravesar estos tiempos difíciles con Amor, Luz y Unidad.

Muchos usan Mi Nombre, pero pocos saben lo que significa ese Nombre. ¿Alguna vez se lo preguntaron, qué significa Jesús o en arameo Yeshua? Es un Nombre sagrado que nació del Corazón de Dios para la encarnación del Hijo de Dios en la Tierra.

Es ese nombre, Yeshua, que impulsó la redención de la humanidad y del planeta, que culminó en lo alto del Monte Calvario durante la crucifixión y se completó durante la Resurrección y la Ascensión de su Señor a los Cielos.

Yeshua, en arameo, es un nombre exorcista. Es un nombre que atrae para sus consciencias el Amor Mayor de Dios, aquel Amor que se originó a sí mismo antes de que todo existiera; es ese Amor que no conoce el mal.

Yeshua es la clave de la salvación y es el nombre del Amor, del Amor Mayor.

Por eso, quiero que sepan que ya estoy retornando. Este primer Retorno se está dando a través de estos años de Apariciones, que comenzaron una vez en Ruanda a través de Emmanuel, el joven de África, y que hoy se completa aquí, en este Centro Sagrado, por medio de la Obra de la insondable Misericordia, que en esencia es la Obra de la Redención.

Quiero decirles con esto que, por medio de las Sagradas Semanas que han sucedido y de todos los encuentros de Misericordia que vienen sucediendo de forma ininterrumpida desde hace años, estoy dando continuidad a lo que una vez comencé en Ruanda, por medio del Mensaje preparatorio del Retorno del Señor.

Deberían conocer el Mensaje que Yo dejé en Ruanda, para que entiendan lo que hoy les digo; porque por más que la Jerarquía Celestial aparezca en diferentes lugares del mundo o en diferentes tiempos, el Mensaje es el mismo para todas las culturas y pueblos, mensajes de advertencia, mensajes de salvación.

Ahora, puedo ver que, por medio de su fe y devoción a Mi Sagrado Corazón, se han postulado para ser parte de los Comandos del Señor de las Espadas.

Y, antes de despedirme, quiero finalizar esta primera quincena del mes de julio de tantos impulsos importantes para las almas, impulsos de revelación e impulsos de consciencia y de despertar, trayéndoles una canción que surgió hace mucho, mucho tiempo, en esta Sagrada Comunidad Figueira.

Esa canción les revela un impulso de despertar pero también de preparación para Mi Retorno. Les dejo, a través de este cántico, Mi Reino.

Les agradezco por estar hoy Conmigo, en los Comandos del Señor de las Espadas.

Que la oración que hoy les enseñé sea esencial para ustedes, para que se preparen para el fin de estos tiempos; a fin de que la espada del corazón humano sea la que, a través del amor y de la caridad, haga descender la Misericordia en estos tiempos.

Después de esta canción, que los llevará a Mi Reino, se prepararán para vivir la Comunión Espiritual, la que consumará esta oferta de sus almas en este día.

Les agradezco y los bendigo, como el Señor de las Espadas, en el nombre del Padre del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Pueden ir en paz.

Sábado, 3 de julio de 2021

Mensaje extraordinario
MENSAJE EXTRAORDINARIO DE CRISTO JESÚS GLORIFICADO, TRANSMITIDO EN EL CENTRO MARIANO DE FIGUEIRA, MINAS GERAIS, BRASIL, AL VIDENTE FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS, PARA LA 93.ª MARATÓN DE LA DIVINA MISERICORDIA

Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos,
que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Amén.
(tres veces)


En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

En Mi Corazón pesa la realidad del mundo, la situación de las naciones, la condición en la cual se encuentra la humanidad.

En Mi Corazón pesan las dificultades de todos los cristianos, los problemas graves de los más indigentes, la soledad de los moribundos.

En Mi Corazón pesa la situación de esta pandemia, que es la primera prueba crucial de la humanidad en este tiempo de transición planetaria.

En Mi Corazón pesa la adversidad, en la cual muchos están sumergidos, y de esa adversidad no consiguen salir.

En Mi Corazón pesan los que son indiferentes, los que omiten el Llamado de Dios y, sobre todo, los que una vez lo recibieron y hasta hoy lo rechazaron.

En Mi Corazón pesan muchas cosas, que hoy comparto con ustedes, que hoy les revelo a ustedes, no para que sientan Mi pesar, sino para que Me ayuden a transmutar estas situaciones del mundo.

Vengo en la búsqueda de aquellos que aún no creen en Mí y que no Me han dejado entrar en su corazón.

Vengo por aquellos que aún son tibios y no se deciden.

Vengo por aquellos que aún no han puesto sus pies en Mi Camino y no se han animado a encontrarme.

Lo que alivia el pesar de Mi Corazón es una buena obra, la consecuencia de los apóstoles de los últimos tiempos, la vida sacramental, la vivencia del Evangelio por medio de los ejemplos diarios de la vida, la práctica incesante de los Mandamientos, la fe de los cristianos y de los creyentes, la solidaridad de los que miran al que sufre y lo ayudan.

Los que alivian el pesar de Mi Corazón son también los que se consagran y no retroceden, los que se mantienen unidos a Mí a pesar de las circunstancias.

Los que alivian Mi Corazón son los que ya no dudan ni tampoco desconfían; los que cumplen, paso a paso, lo que Yo les pido.

Los que alivian Mi Corazón son los que se animan a vivir su purificación; los que no se encierran en sus propios problemas; los que no comprometen el Plan de Mi Padre; los que entienden, más allá de sí, la realidad.

Los que alivian Mi Corazón son los que sirven incansablemente; los que están disponibles a cualquier hora y en cualquier momento; los que entienden, más allá de sus ideas y sentires, la verdad.

Los que hacen sufrir Mi Corazón son los que promueven las guerras, los que instigan las crisis humanitarias, los que promueven el desplazamiento de los refugiados.

Los que hacen sufrir Mi Corazón son también los que son conscientes y no ayudan, los que no quieren penetrar en esa situación y realidad para poder resolverla.

Los que hacen sufrir Mi Corazón son los que gobiernan, los que dirigen las naciones y están fuera de la Ley, los que ya no viven la Palabra de Vida, los que profanan el Evangelio.

Los que hacen sufrir Mi Corazón son los que tienen todo y nada comparten, los que guardan con recelo sus riquezas, los que hacen de su vida una ilusión material, a los que no les importan los más pobres.   

Los que alegran Mi Corazón son los que persisten, los que no miran siempre para sí mismos, los que son fraternos y lo intentan todos los días, los que a pesar de sus errores siguen adelante y comienzan de cero.

Los que alegran Mi Corazón son los pacificadores, no solo de la palabra, sino también a través del ejemplo, los que trabajan sin demora por la paz.

Los que alegran Mi Corazón son los que se refugian en Mí, los que buscan en el Sagrario Mi Presencia, los que buscan en la Comunión la Sagrada Alianza con el Rey Universal.

Los que alegran Mi Corazón son los que adoran al Santísimo Sacramento y que, más allá de las formas, comprenden el mensaje inmaterial que emite la Sagrada Custodia.

Los que alegran Mi Corazón son los que están en contacto Conmigo; los que aspiran, día y noche, a vivir en Mí; los que buscan, más allá de sus batallas, Mi Presencia y Mi Corazón.

Los que alegran Mi Corazón son los que viven en Mi Fe, son los que buscan la caridad en cualquier lugar, son los que están abiertos a los cambios y no les temen a sus resistencias.

Los que hieren Mi Corazón son los omisos, los que saben que pueden hacerlo todo y no lo hacen, los que se justifican para no cambiar.

Los que hieren Mi Corazón son los que han recibido todos los tesoros del Cielo y los desperdiciaron, los que no tienen gratitud, los que se olvidan de la compasión.

Los que hieren y lastiman Mi Corazón son los soberbios, los que no invocan a la hermana humildad, los que pierden el tiempo en sus propios procesos.

Los que hieren Mi Corazón son los que se olvidan de Mi Mensaje y de Mi Palabra, los que no han tenido la reverencia suficiente por todo lo que han recibido del Cielo, los que aún no se dieron cuenta de la Gracia que los colma y los abunda.

Los que hieren Mi Corazón son los que reclaman todo el tiempo, los que aún no vieron pasar frente a sus ojos Mi Presencia, los que aún no descubrieron el Misterio.

Los que hieren Mi Corazón son los que entorpecen el Plan, los que cambian a cada momento Mis ideas y Mis Proyectos, los que se olvidan de la redención.

Pero Mi Corazón siente el gozo, en lo más profundo, por los que dan los pasos y no se demoran; por los que no tienen miedo a lo desconocido y pierden el control; por los que entregan a Mis Pies el poder que creen tener, para ser transformado.

Los que traen gozo a Mi Corazón son los bondadosos y misericordiosos; los que no solo hablan, sino también viven Mi Mensaje.

Los que traen gozo a Mi Corazón son los que comulgan de Mí y no se olvidan cuán importante es ese Sacramento.

Los que traen gozo a Mi Corazón son los que se alegran con Mi Buena Nueva, son los que esperan Mi Mensaje cada mes, son los que tienen sed de Mí.

Así, hoy están conociendo el misterio infinito de Mi Corazón, de un Corazón que aún siente y palpita por ustedes, de un Corazón que aún vive por este mundo y por esta humanidad, de un Corazón que se conmueve con el sufrimiento porque ya lo conoció en Su propia carne, en Su propio Cuerpo, de un Corazón que se ha divinizado por ustedes y que les entrega Su Misericordia para que se puedan redimir y para que puedan perdonar.

El misterio infinito de Mi Corazón los prepara para el Armagedón, para cruzar las puertas del Apocalipsis, para seguir adelante a pesar de lo que suceda.

Quiero que hoy mediten sobre todo lo que les he dicho y que, en sinceridad con ustedes mismos, reflexionen, porque ya no hablo para niños, sino para adultos, adultos en la evolución y en el compromiso.

La Obra de Mi Misericordia tiene que cumplirse a través de las almas consecuentes y responsables, a través de los que no temen decir sí.

Que todos los que verdaderamente claman y piden ayuda, hoy entren en Mi Corazón para que sean parte de esa alegría y de ese gozo que Me conmueve al poder presenciar y contemplar a los que siguen adelante, porque así ya no serán espinas en Mi Corona, sino rayos que Yo esparciré sobre el mundo para concederle la cura y la paz, para volver a traer el Reino de Dios a la Tierra.

Sean postulantes para alegrar Mi Corazón, porque así Yo podré sentir que están comprendiendo lo que viven Conmigo y la responsabilidad que esto tiene delante de Dios.

Yo seguiré caminando con pasos firmes, marcando en el suelo las Huellas de Luz para que Mis apóstoles las reconozcan, y sigan así el camino que el Maestro está trazando en el fin de estos tiempos, en este planeta y dentro de esta humanidad.

De esta forma, Yo los vuelvo a sacramentar y por medio de Mi Espíritu les doy la Paz, para que esta Maratón de la Divina Misericordia sea un paso más en el compromiso y en la vivencia de ese voto.

Yo les dejo Mi Mensaje como una tabla de salvación, como un impulso espiritual para dar un gran salto al vacío, al vacío de sí mismos, al vacío de Dios, en donde encontrarán la unidad interna con el Todo y, así, con el Origen.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más

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