Lunes, 19 de septiembre de 2022

APARICIÓN DE SAN JOSÉ EN EL CENTRO MARIANO DEL ESPÍRITU SANTO, CÓRDOBA, ARGENTINA, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. 

Allí, donde hay un corazón que clama sinceramente por la paz, está también el Corazón de Dios.

Allí, donde hay un ser que ora con la verdad de su corazón, allí se manifiestan los Espejos de Dios, para comunicarles Verdades Superiores a los seres, para revelarles misterios desconocidos y aquellos que son misterios solo porque sus ojos aún están mirando hacia afuera, y no hacia adentro.

Ha llegado el tiempo de que miren a estas montañas y no vean solo montañas. Ha llegado el tiempo de que miren al Cielo y no vean solo estrellas. Ha llegado el tiempo de que se miren a ustedes mismos y no vean solo seres humanos, no vean solo lo que encuentran en el espejo. Vayan más allá de él, hacia el espejo de sus corazones y, a través de él, podrán ver lo que se oculta en las montañas, lo que se oculta en los cielos, lo que se oculta en su propio interior. 

Cuando Mi Hijo estuvo sobre la Tierra, Él les habló a través de parábolas, y aún así no lo comprendieron. Él les dijo que las Verdades del Cielo aún no podrían ser reveladas a los corazones de los hombres; pero ahora ha llegado el tiempo, la humanidad ya maduró a través de sus errores, a través de los desvíos. 

Ahora, hijos, necesitan decidirse a no errar más, a no cometer los mismos errores de hace dos mil años. La humanidad es otra, este planeta es diferente. A través de ustedes, un Plan se debe manifestar, una Verdad se debe revelar, y no será solo a través de palabras, sino a través de sus vidas. Este es el verdadero milagro que vinimos a traerle al mundo: la transformación de la condición humana. 

Cuando Mi Hijo estuvo en la Tierra, en Cuerpo, Alma y Divinidad, para que los seres creyeran en Su Presencia, necesitó hacer prodigios y milagros a los ojos de los hombres. Hoy, hijos, la Verdad se revela a través de ustedes, los nuevos prodigios son la transformación de sus vidas, la manifestación de los Centros de Amor, la revelación de los misterios que estuvieron ocultos desde el principio de la existencia humana. 

Hace dos mil años, el velo del Templo se rasgó; hoy, el velo de sus consciencias necesita ser rasgado. Pero, para que esto acontezca, necesitan estar dispuestos a transformar las propias vidas y ya no ser los mismos. 

Sé que  muchos de ustedes miran hacia atrás y ya no encuentran lo que eran, ya dieron muchos pasos en este camino de transformación. Pero donde habita el Pensamiento de Dios, la Voluntad Perfecta del Creador, ese espacio interno dentro de cada uno de ustedes, aún está oculto, escondido detrás de la condición humana, de todas aquellas situaciones que aún necesitan entregar y transformar, para que eso pueda emerger. 

Y así, los Linajes se manifestarán. 

Así, los Guerreros se colocarán en sus lugares para proteger este Propósito. 

Así, los Espejos atraerán del Corazón de Dios lo que se debe manifestar como Propósito para la Tierra. 

Así, los Reinistas curarán el corazón herido de la Tierra y restaurarán la consciencia de los Reinos de la Naturaleza, a través de la comunión perfecta con toda la Creación. 

Así, los Contemplativos, en su súplica y en su silencio, restaurarán el Corazón de Dios y generarán méritos para que las almas más perdidas alcancen Misericordia. 

Así, los Curadores tocarán las heridas profundas y las curarán, para que los hombres ya no miren el dolor, sino que puedan mirar la renovación, puedan estar restaurados y redimidos para manifestar en esta Tierra el verdadero Pensamiento de Divino.  

Así, los Gobernantes gobernarán con el Poder de Dios, y no con el poder propio, y conducirán a esta humanidad al cumplimiento de la Voluntad Mayor. 

De esta forma, cada uno en su lugar construirá la Nueva Humanidad. Aún hay tiempo de vivir este Propósito, aún hay tiempo de abrirse a este misterio.

Así como Les revelé la verdad oculta en el Corazón de Aurora; hoy, hijos, permitan que sus almas contemplen, en este lugar sagrado, un misterio profundo. En el interior de estas montañas se guarda un misterio que nació en el Corazón de Dios, con el Propósito humano. 

Cuando el Creador pensó esta raza y la manifestó con Sus Ángeles y Arcángeles en todas las dimensiones, desde los Universos Espirituales hasta la menor de las partículas físicas, manifestó también un espacio que sería el guardián de esta raza, donde este Pensamiento habitaría, para  conducir siempre a la humanidad al retorno al Origen, el Origen del Pensamiento Divino.

A pesar de ser un proyecto perfecto, cuando el Creador manifestó aquellos seres que unirían las dimensiones, que unirían el Corazón de Dios con toda la vida manifestada, le ofertó este Pensamiento a consciencias imperfectas para que, a través de esta oportunidad, pudieran renovar la Creación, no solo sus vidas, sino toda la vida. 

Desde el principio, el Creador sabía que la humanidad se perdería en el camino, y así como Aurora manifiesta la Cura, aquí, hijos, pueden encontrar el Pensamiento de Dios, el Pensamiento Perfecto del Origen para que vivan la redención en todos los niveles de su consciencia, desde los Universos Espirituales hasta la menor de las partículas de sus seres. 

No busquen comprender lo que les digo, solo escuchen Mis Palabras y permitan que ellas los conduzcan a un estado de consciencia que es misterioso e incomprensible para la mente humana, pero al que necesitan llegar para reencontrar al Pensamiento Divino, para reencontrar a la Voluntad de Dios, y eso deben hacerlo en nombre de toda la humanidad. 

Por eso, solo escuchen, no cuestionen. Solo sientan cómo sus células vibran ante Mis Palabras, que manifiestan un misterio que es desconocido para la mente, pero que es revelado a la consciencia celular que habita en su interior. Por eso, déjense transformar. 

Les vengo a traer una ciencia espiritual, no solo mística. Esta no es una Aparición como otras, porque este tiempo no es como otros. No busquen referencias en lo que pasó, porque lo que debe acontecer ahora es nuevo, y para eso necesitan que los misterios sean revelados para que sepan dónde estar, cómo actuar. 

El Señor les envía el Espíritu Consolador, no solo para que sepan hablar en lenguas, recibir profecías y vivir Sus Dones, sino también les envía ese Espíritu para que puedan comprender Sus Misterios y, más que eso, puedan vivirlos. 

Vine del Cielo con un propósito; pero, como todo en la vida humana, este propósito necesita del permiso de los hombres para manifestarse. 

A través de Mis Palabras, vengo a transformar todo lo corrupto en el corazón humano. Hagan el ejercicio, hijos, de vaciar la consciencia de todo lo que conocieron hasta hoy y de todas las ansias por saber y por vivir en caminos místicos que más que llevar a sus seres a una verdad, los confunden.

Les vengo a enseñar que, para vivir la Verdad, necesitan estar vacíos de sí mismos, de todas sus voluntades y aspiraciones. Esa fue la forma como alcancé el Pensamiento Divino para Mi Vida, en nombre de todos los seres. Esa fue la forma como pude estar delante del Creador para que Él Me revelara Sus Misterios, para que Él Me mostrara los mundos desconocidos y la perfección celestial. Por eso, los invito a este camino de vacío, de entrega, de sacrificio por los demás, para que encuentren esa Verdad.

En el interior de estas montañas se escucha el suspiro de aquellos que aguardan poder servir a los hombres, de aquellos que aguardan que exista un momento de silencio, de vacío, de entrega. ¿Están dispuestos a vivirlo? 

Sientan el Corazón de Dios que pulsa no solo en el centro de la Creación, sino también en este lugar y, al mismo tiempo, dentro de ustedes. Sientan como este pulsar comienza a transformarlos, poco a poco; dejen que la oscuridad de la condición humana de lugar a la Luz que habita en sus células; dejen que sus heridas más profundas sean cicatrizadas; dejen que, en el silencio de su corazón, la Voz de Dios se haga escuchar. 

Aprendan a contemplar, aprendan a transmutar y a transformar a través de la unión profunda con el Corazón de Dios. Es así, hijos, cómo se retorna al Origen, al Origen Celestial y Divino.

En el interior de sus seres, emitan un clamor por los que más necesitan, por los que sufren, por los que agonizan. Dentro de ustedes, allí donde pueden encontrar el Corazón de Dios, hagan una oración por la humanidad, por los Reinos de la Naturaleza. Yo los escucho, Dios los escucha. 

Hoy, hago esta oración con ustedes, en el silencio de sus corazones, para que vuelvan a sentir la paz y para que aprendan, en el símbolo de Mis Palabras, que ustedes fueron creados para servir, para transformar, para interceder, para unir dimensiones, para renovar la Creación, y todo lo que hacen en sus vidas debería tener este propósito. Todos los que encuentran en sus caminos pueden ser tocados por la paz que hoy les entrego, pero para eso necesitan mantenerla en su interior. 

Hoy, el Creador les entrega un Legado, les coloca en sus corazones un código perfecto que, en el momento de mayor agonía, podrá emerger y mostrarles el camino, la palabra a ser pronunciada o el silencio a ser vivido, el momento de seguir o de parar. 

Cuando estén en duda, silénciense, vuelvan a encontrar ese estado de paz, recuerden este código perfecto que habita en ustedes y busquen allí la respuesta, allí donde el Creador los escucha, en la morada de su propio corazón. 

En el silencio, entre una palabra y otra, Yo los observo, los escucho y los siento. 

Hagan Conmigo una oración por este lugar, por esta nación, por la manifestación de lo Sagrado que aquí habita, para que la Justicia Divina purifique sin herir, transforme a través del despertar, y no del sufrimiento. 

Señor y Dios de Misericordia,
que desde el principio de la Creación amaste a los hombres,
contempla hoy la sinceridad de Tus Hijos
y, por el Infinito Amor que depositaste en sus corazones,
que la Esperanza Divina se vuelva a encender.

Concédeles, Señor, una oportunidad a los seres
que, en su imperfección, buscan Tu Verdad.

Concédeles, Señor, en el silencio del corazón,
un clamor verdadero por la transformación de los seres
para que, a través de este clamor,
Tu Verdad emerja,
Tu Misericordia descienda,
Tu Amor se renueve,
Tu Gracia se establezca,
Tu Pensamiento sea una realidad. 

Amén.

 

A través de las cosas simples, el Corazón del Padre se renueva. ¿Cómo es posible, hijos, que en este lugar, aparentemente perdido en estas montañas, el Corazón de Dios se pueda renovar?

Porque Él les quiere mostrar que es a través de la simplicidad, sin embargo verdadera, que Él se une al corazón de los hombres, que Él les revela Su Gracia, vierte Su Misericordia y transforma Su Justicia. 

Deben seguir orando, deben mantener las Puertas del Cielo abiertas en este lugar para que el Pensamiento de Dios, que aquí se guarda, este Código Divino y Original que fue depositado aquí, en el interior de estas montañas, para que fuese resguardado, pueda encontrar un espacio para llegar al corazón de todos los seres, para despertar a las almas y transformar su condición humana, para que no se lamenten en el final de los tiempos de no haber despertado, sino que, despiertos, vean emerger una Nueva Vida, conozcan la Voluntad de Dios, Su Grandeza y Su Perfección y sean testimonios del poder de la transformación divina. 

Esta es la mayor aspiración de su Padre Celestial: transformar la condición humana, transformar lo que hay detrás de esta condición humana, errores e imperfecciones que no provienen de este mundo, para que, a través de su transformación, puedan transformar toda la vida, todo lo que fue creado. 

Esta es la maravilla del Pensamiento Divino que son llamados a conocer. ¿Escogerán la condición humana o encenderán sus corazones en un clamor perfecto de unión con Dios para conocer a Sus Misterios?

Aún hay tiempo, hijos, de despertar. Y eso sucede cuando dan el primer paso. 

No quieran estar en un lugar que no les corresponde espiritualmente, no quieran ser perfectos si no se disponen a dar el primer paso. La transformación sucede en un proceso: cuando dan un paso, el próximo se manifiesta, y así es como reencontrarán la Voluntad Divina para sus vidas. Ella no se revelará si no están prontos; no encontrarán la transformación si no se disponen a eso, no se sumergirán en lo desconocido si no lo aman, no conocerán la Ciencia Divina que habita en sus células si no aprenden a amarla, a amar el Pensamiento de Dios. 

Y así, hijos, como la transformación se revela, como los Linajes se manifiestan, como los Centros de Amor se revelan, es como podrán ser partícipes del llamado Tercer Orden de la Hermandad. No pregunten lo que es, dispónganse a vivirlo. No quieran saber, aspiren a ser, y todo les será revelado. Eso es lo que les quería decir hoy. 

Dios buscó muchos caminos para traerlos hasta aquí. Sean capaces de valorar Sus Gracias, honrar Sus Dones, ser consecuentes con todo lo que Él les entrega. Yo les doy Mi bendición para esto.

Ahora, comulguen de la oferta perfecta de Cristo que, una y otra vez, los renueva para que puedan vivir todo lo que les dije. 

Yo los bendigo y con el Espíritu Consolador los colmo.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 

Hermana Lucía de Jesús:

Antes de cerrar la transmisión, a pedido de la Jerarquía, vamos a hacer un breve relato para todos ustedes, porque ustedes saben que los Mensajeros Divinos nos quieren hacer cada vez más conscientes, no solo de Sus Palabras, sino de todo lo que sucede cuando Ellos llegan al mundo. 

Voy a intentar acordarme de todo, porque realmente fueron muchas cosas las que sucedieron y la Jerarquía Divina le ha dejado a Madre María Shimani, que debe estar acompañando esta transmisión, la tarea de profundizar con nosotros, estudiar estas últimas Apariciones, aquí en Argentina; para que todos nosotros, todos los que están acompañando estas Apariciones, podamos comprender más ampliamente lo que la Jerarquía estaba haciendo. 

Cuando estábamos orando, se sentía a través de la oración un movimiento espiritual muy fuerte que se manifestaba no solo en el Cielo, sino también en el interior de las montañas; movimientos espirituales que, yo digo, son como manifestaciones de Luz, manifestaciones de Ángeles, de Arcángeles y de Consciencias Espirituales que empezaron a trabajar en las dimensiones y en las realidades superiores, no solo con cada uno de nosotros, sino con los Reinos de la Naturaleza, con este espacio donde estamos de esta región de Argentina y con aquellos que acompañaban ese momento de oración. Y nosotros, que muchas cosas no comprendemos, no pensamos en eso, nos concentramos en la oración aguardando la llegada de la Jerarquía. 

Cuando San José llegó, Él nos mostraba un espacio sagrado dentro de las montañas, como un espacio espiritual, que después la Madre les va a poder explicar un poco mejor. Allí se vivía una realidad muy elevada, en donde se veían como Templos de Luz que guardaban un estado de consciencia divino. 

Era un estado de consciencia que el Padre manifestó en el origen y que guardó en ese espacio perdido del planeta, para que nosotros como humanidad, más allá de los errores que fuéramos cometiendo a lo largo de nuestra evolución, pudiéramos reencontrar ese Pensamiento de Dios. 

Eso era lo que San José empezó a traer hacia nosotros. Cuando Él empezó a hablar, esas dos realidades se unieron, era como un espejo de agua que manifiesta el cielo y lo que hay en la tierra.

Por detrás de San José veíamos esa realidad espiritual en el cielo, pero eso se manifestaba en la Tierra, dentro de las montañas, era como un espejo de esas dos realidades espirituales. Y en un momento, les confieso que pensé que no iba a aguantar, realmente era una vibración muy fuerte. 

Y, a través del silencio de San José, Él nos observaba para ver hasta dónde podía ir con nosotros, porque esa energía nos movía mucho internamente, nos movía a nivel de nuestras células, no solo a nuestro mundo interno, a nuestro mundo espiritual; porque Él nos explicó que esa Voluntad de Dios no solo era espiritual, era también para nuestra consciencia física, para lo que somos como expresión humana, material. 

Por eso, es que nos movía también a nivel de nuestras células y a medida que Él iba hablando, esa Energía Divina expulsaba de adentro de nosotros aquellas situaciones internas que nos separan de ese Pensamiento Perfecto de Dios. 

Y yo percibía que nuestras células giraban a una increíble velocidad y esa energía iba manifestando una Luz que venía, al mismo tiempo, de adentro hacia afuera y de la Jerarquía hacia nosotros. 

Ese mismo movimiento interno se manifestaba a nivel de la naturaleza y de la consciencia de la nación, sobre todo en lo que corresponde a este lugar; y San José mostraba que, a través de las Gracias que la Jerarquía trajo desde el inicio de la Peregrinación en Argentina, eso empezaba a transmutar una energía de Justicia. Esas Gracias, esas dádivas celestiales que los Mensajeros traían y la respuesta de cada uno de nosotros, a través de nuestras oraciones, empezaban a transformar esa energía de Justicia en una energía de Misericordia. 

Y Argentina iba recibiendo una Gracia que no la merecía, a través de esa Misericordia, que transmutaba esa Justicia. Era como un acontecimiento que ya existía espiritualmente, que se iba a manifestar en el plano físico y que fue siendo transformado por esa energía de Misericordia. 

Para que nosotros podamos comprender mejor, después la Madre va a estudiarlo con nosotros para que, a través de la instrucción, podamos ser aún más conscientes; porque la Jerarquía nos explicaba, San José nos explicaba, que esa Gracia no la podemos perder. 

Por eso, Él nos invitaba a mantener encendido este lugar, a seguir orando aquí, a seguir fortaleciendo el canal de la oración que la Jerarquía Divina manifestó, sabiendo que aquí habita un Lugar Sagrado de Dios, un espejo de un estado de consciencia celestial. 

Que nosotros podamos conscientemente, a través de nuestras oraciones, mantener esa Gracia disponible para la humanidad para que, como dijo San José, la humanidad pueda aprender a través del despertar y no del sufrimiento. Y que, en los momentos más difíciles, más definitivos, nosotros sepamos dónde estar, qué hacer, qué hablar, qué no hablar, cuándo debemos ir, cuándo nos debemos quedar, todo eso va a nacer de nuestro corazón, de este vínculo interno que cada uno de nosotros está construyendo con Dios, y que no lo podemos perder. 

Entonces, somos invitados a seguir orando aquí, para seguir protegiendo esa Gracia que recibimos, que Argentina recibió, que el planeta recibió. 

¡Gracias, Señor, por cuánto nos das!