Sábado, 13 de mayo de 2017

Apariciones
APARICIÓN DE LA VIRGEN MARÍA, EN LA CIUDAD DE DORNES, PORTUGAL, A LOS VIDENTES FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN Y HERMANA LUCÍA DE JESÚS

Con una lluvia de Gracias, vengo a un mundo herido, para lavar los corazones de Mis hijos, purificarlos del pecado y poder entregarles la paz.

Este es Mi más ardiente deseo en este día: estar cerca de Mis hijos y tenerlos entre Mis brazos, hacerles sentir Mi Inmaculado Corazón para que triunfe el Plan de Dios en el mundo y especialmente en las almas que se desesperan y que aún, en estos tiempos de caos, no han encontrado la luz ni el amor.

A través del ofrecimiento de sus corazones, a los pies de Mi altar maternal, Dios ha escuchado sus súplicas, las súplicas que fueron dirigidas por la humanidad y el planeta, con el fin de que se realice el Plan de Mi Hijo amado, el Redentor, que está próximo a realizarse, bajo el espíritu de la preparación de Su segunda venida al mundo.

Hoy vengo por toda la humanidad, por todos los continentes y por todas las naciones, por todos los pueblos y por todas las culturas, que han proclamado a la siempre Virgen, como Madre y Señora de sus vidas, como guardiana de sus almas y corazones a fin de que todas las almas estén protegidas debajo de Mi manto celestial y universal.

Es así, queridos hijos, que, en la Presencia del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, hoy vengo a proclamar nuevamente una consagración de sus vidas a Mi Inmaculado Corazón y en consecuencia al Plan de Dios, que debe ser realizado por todas las almas del mundo que creen en la bienaventurada Madre y que, unidos a la oración del corazón, cumplen Sus más ardientes deseos para que las almas alcancen la redención y el tiempo esperado de la conversión.

Hoy traigo entre Mis manos un sagrado símbolo, un perpetuo terafín: el Santísimo del Altar. Le muestro al mundo el Cuerpo Eucarístico de Mi Hijo, porque es este el Cuerpo que ha sufrido por ustedes, es esta Alma que se entregó por ustedes y Su Divinidad es la que ha permitido el triunfo, a través de los tiempos, de Mi Inmaculado Corazón en todas las almas devotas, en todos los corazones abiertos que escuchan siempre la voz de su Madre Celestial.

Elevando este Santísimo hacia el mundo, que este sea el símbolo de la renovación, de la esperanza y de la unidad, entre los pueblos y las naciones, que este sea el símbolo de la redención, de la rehabilitación y de la entrega de todos los que escuchan a Dios en su corazón y se animan a seguir los pasos del apostolado, de los nuevos apóstoles de Cristo que son llamados a servir incondicionalmente, junto a su Madre Celeste, junto al Sacratísimo Señor y al Padre Eterno.

Queridos hijos, hoy les muestro a ustedes, el Cuerpo Eucarístico de Cristo, el cual en este mismo momento, se ha convertido en Su Sagrado Corazón, Corazón que derrama agua y sangre. Estos son los códigos celestiales que hoy les quiero entregar, guardados como terafín en el Centro de Lys-Fátima, a todos los corazones del mundo que buscan unirse a su esencia original, para despertar así la pureza del alma, del espíritu y de toda la consciencia.

Reverenciemos al Señor.

Es este símbolo del Santísimo del Altar que es adorado y reverenciado por todos los ángeles del Cielo, por todos los Universos, por todas las estrellas y soles, que se postran ante este santísimo símbolo como un acto de reparación y de cura en la esperada redención de esta humanidad.

Que sus ojos se abran al Reino Celestial. Que sus corazones acojan las vibraciones sutiles de la Sagrada Madre del Mundo. Que sus brazos se abran para recibir a los que sufren, para encaminar a las almas por el sendero de la Misericordia y de la reconciliación. Que de sus mentes se disipen las dudas. Que sus pensamientos queden claros y que sean colmados por la Sabiduría de Dios. Que su alma, su espíritu y su divinidad se unan en una única sintonía, bajo este propósito que hoy les traigo de convertir sus vidas y consciencias, después de estos cien años en Fátima, en instrumentos de luz, objetos de irradiación sublime en las manos de su Madre Celeste, para todas las criaturas de
la Tierra que aún buscan la esperanza y la luz en estos tiempos.

Escuchen la voz de la Madre del Mundo que hace eco en los corazones del mundo, que resuena en el interior de las esencias que hoy han dado el sí, el sí definitivo para que, finalmente, reencuentren su pureza original.

Hoy estoy rodeada por los ángeles del Cielo y especialmente acompañada por el Ángel de Portugal. Reciban de sus manos la Eucaristía Espiritual.

Beban ahora del Santo Cáliz. Comulguen así con el Santísimo Cuerpo y con la Preciosa Sangre de Jesús, gravemente ofendidos por los hombres de estos tiempos. Sacramento de la divina Comunión que debe ser reparado, para así conceder la Voluntad de Dios, el perdón de los pecados y la cura profunda de las esencias perdidas.

Ahora yergan levemente sus cabezas, para que su Madre Celestial los marque con el signo de la Cruz.

Que esta señal proporcione la verdadera vida espiritual en las almas y que esta iniciación que hoy todos sus corazones reciben, en la proporción de su entrega y responsabilidad, sea de beneficio para todas las almas del mundo, más que para ustedes mismos.

Dejo para ustedes el legado de Mi último tiempo en el mundo, en el que Yo vendré a llamarlos y a buscarlos para servir en este plan de redención, que solo busca el bien y la paz en todo el planeta.

En esta Comunión perpetua, que es realizada con la divinidad de sus esencias, que sea proclamada la Gloria de Dios.

Repitamos:

Gloria a Dios en las alturas, y Paz en la Tierra a todos los seres de buena voluntad.

Que sea cantado el nombre de Adonai y que descienda sobre el mundo, en este 13 de mayo, la Misericordia de Dios. Que sus voces proclamen la divina Palabra, y que esta divina Palabra se expanda en el mundo como códigos de luz, amor y redención.

Guardando este terafín en el corazón de los humildes y de los simples, retornemos ahora, queridos hijos, a las puertas de Lys-Fátima, a través del cántico que hemos cantado anteriormente.

Y ahora escuchen lo que les diré a través de Mi hija.1

Porque, por medio de la energía femenina, quiero conducirlos hacia este Reino. Estoy llevándolos, a través de una ceremonia, a comprender la simplicidad del Reino de Lys. Es a través de la Comunión, hijos Míos, y de la Adoración del Cuerpo Eucarístico de Mi Hijo, que encontrarán aquello que es lo más puro que existió en este mundo, y este Sagrado Corazón es lo que despertará la pureza que aún está latente en muchos de ustedes.

Después de comulgar con Mi Hijo y de recibir la bendición de Mi santa mano, los conduzco hacia Mi Reino, al Reino de Lys. Ingresen por este Portal de Luz, en el cual Yo los conduciré espiritualmente a un nuevo ciclo. Comprendan que Lys es un estado interior, en donde lo Inmaculado habita y se refleja en el corazón de cada criatura.

Sientan, a través de Mi Presencia y de Mi Corazón, el Reino de Lys, porque Yo soy ese mismo Reino. Mi Presencia es lo que hace que él viva, es lo que trae para el mundo la posibilidad de que él esté en la Tierra.

Con Mi sacrificio y Mi maternidad, perpetúo, día a día, la presencia del Reino de Lys. Hoy, los invito para que estén conmigo en ese Reino, para que entren en Mi Corazón, que es el mismo Reino de Lys. Y aun sin comprender este misterio, sientan cómo Mi Corazón se expande, une las dimensiones y les muestra, en una revelación interior, cómo su Madre Divina, a través del Reino de Lys, está en todas las cosas, está en el Cielo, así como en la Tierra y permite que las criaturas retornen al Padre, a la Fuente Original, de la cual un día salieron.

Así como el Reino de Lys, existen muchos misterios en este planeta que aún desconocen y, con Mi bendición espiritual y esa iniciación que hoy los hago vivir, les revelo a sus espíritus esos grandes misterios, para que den a conocer a la humanidad cuán amplio es el Proyecto de Dios.

Hoy, hijos Míos, Mis palabras hablan para sus almas y para sus espíritus, porque ellos, sí pueden comprender lo que Yo les digo, disipando toda duda y temor, solo con la certeza del corazón de que algo superior, que trasciende sus mentes, está hoy delante de sus vidas. Siempre que se unan a Mí, estarán uniéndose al Reino de Lys. Por eso les digo que solo oren y busquen lo que hoy deposité en su interior, para que sea eterno y tengan todos los días las llaves de las puertas del Reino de Lys, que es la llave de Mi Corazón.

Para ingresar en Mí, basta que sean sinceros y no perfectos, basta que sean simples y que Me busquen, como un niño busca su madre, despojados de conceptos, voluntades y aspiraciones, solo buscando Mi santo amparo, y de esa forma simple Yo los conduciré a una verdad, a una ciencia Universal y Divina que ni la mayor tecnología de este mundo podría alcanzar.

Hoy vengan, simplemente, a Mi Corazón. Únanse a Mí en esta expansión de Luz que hoy vivo como Madre Celestial, Universal, como Madre del Mundo, como Madre de sus almas. Y con el “sí” de sus corazones, dejen que muchas más almas, que hoy no me escuchan, puedan ingresar en este misterio que es la pureza del Reino de Lys para la humanidad.

Queridos hijos, con Mi Corazón expuesto y libre de espinas, hoy no llamaré a los que se consagrarán como Hijos de María, porque ya los he consagrado a través de esta iniciación, que el santo Ángel de Portugal ofreció para sus corazones y vidas.

Hoy, muchas consciencias del mundo, en los planos internos, hubieran querido pasar por esta iniciación. Recuerden, queridos hijos, que hoy, al estar presentes aquí, se han comprometido con su Madre Celestial, a corresponderle hasta el fin de los días. Eso será imborrable, siempre estará presente en sus memorias, sobre todo en los momentos de prueba y tribulación.

Les entrego Mi Corazón, como símbolo de confianza y de fortaleza interior.

Abriendo Mis brazos para irradiar al mundo, Yo los vuelvo a consagrar con el fuego divino de Lys. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Y ahora, Me despido, elevándome en gloria a los Cielos, como la Señora del Santísimo Rosario, que lleva las oraciones de Sus hijos en Su humilde Corazón, para que Dios las escuche y las cumpla, una a una.

Alegría, Jesús es alegría. Hoy está presente en comunión eterna en sus corazones. Protéjanlo y resguárdenlo en este mundo, para que siempre triunfe el Espíritu de Dios en Sus criaturas. Amén.

 

 

1. María transmite Su mensaje a través de la vidente Hermana Lucía de Jesús.