Domingo, 13 de noviembre de 2022

Apariciones
APARICIÓN DE LA VIRGEN MARÍA EN EL CENTRO MARIANO DE FIGUEIRA, MINAS GERAIS, BRASIL, AL VIDENTE FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS


Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:

Vamos a cantar, en este momento, a pedido de Nuestra Señora, el “Ave María” de Gounod.

Preparémonos para recibir Sus Gracias.

Aquellos que puedan, arrodíllense. 

Abramos nuestro corazón para recibir a Nuestra Madre, la Santísima Virgen María.


Nunca dejaré de entregarles lo más profundo que guarda Mi Corazón.

Por ese motivo, hoy Yo estoy aquí y siempre lo estaré, no solo como la Madre de Brasil, sino también como la Madre del mundo, Aquella que extiende sobre el universo Su Manto Cósmico para que todas las estrellas caídas, en este universo y en otros, puedan reencenderse a través de Mi Amor Redentor, de aquella autoridad que Me ha entregado Mi Hijo desde el comienzo, cuando Él Me dijo: “Madre, he ahí a Tu hijo” y Él le dijo a Juan: “Hijo, he ahí a tu Madre”.

Yo vengo como la Madre de todos, la Madre incansable y perseverante que peregrina junto a ustedes en estos tiempos de grandes desafíos y pruebas para Brasil y el mundo entero. Pero hoy, quiero dejarles un Mensaje especial: si siguen orando por Brasil y el mundo entero, no deberán temer por nada, hijos Míos.

Mi Hijo ya les anunció Su Retorno y Su Retorno se cumplirá como está escrito. Ese Retorno se cumplirá principalmente en el corazón de aquellos que creen en Su Palabra y en Su Presencia.

Por eso, Él Me envía como la Madre de todos, como su Abogada e Intercesora Celestial. Él Me envía para aplacar los errores del mundo y los pecados, la incoherencia de muchas naciones, la ambición de unos pocos corazones que creen tener el poder y la impunidad en sus manos.

Pero Yo los invito una vez más, hijos Míos, a colocar sus consciencias en lo que es celestial y divino; así como en los últimos días, a través de la Maratón de Oración, Mi Hijo colocó sus esencias en lo más alto de este universo sideral.

Hoy también Mis ejércitos de Luz se amplían en la superficie de la Tierra, a través de nuevos consagrados como Hijos de María. Este ejército se puede fortalecer y renovar a través de sus votos internos Conmigo, porque más allá de donde se encuentren o bajo la condición que puedan vivir en el fin de estos tiempos, si sus corazones están unidos a Mí en la oración, Yo siempre les prometeré la sagrada protección. Confíen en esto que Yo les digo. Sigan Mi Mensaje, el último Mensaje que les entregué en el día de ayer.

Aún son muy necesarias en el mundo las obras de Misericordia, para que el castigo que está previsto para el mundo sea aplacado y gran parte de la humanidad ya no ostente ni provoque a la Justicia de Dios; no es necesario, hijos Míos. Mi Hijo derramó Su Sangre a un precio incalculable para todos; Él sufrió el gran madero de la Cruz; Él agonizó por cada uno de ustedes, en cada paso, en cada momento.

Permitan que, en esta noche, espiritualmente, la Sangre de Jesús los lave y los purifique, para que el mundo también sea purificado y lavado completamente de la ambición de la guerra, del aborto, de los conflictos y aun de la enfermedad; porque para Dios nada es inexplicable, pero para la humanidad sí lo es en este tiempo. Por eso, coloquen su mirada en Dios, en Su Universo Supremo. Nunca se olviden que son dignos Hijos de Dios y Él espera que siempre lo sean, a pesar de las consecuencias y de las pruebas.

Eleven con su pensamiento; pero, sobre todo, con su oración constante del corazón, a este país, a este pueblo y a toda Sudamérica.

Hemos venido aquí, en estos tres últimos meses, a responder a una emergencia, y siempre que sea necesario aquí estaremos. Pero Mi Mensaje y, sobre todo, Mi Amor debe llegar al mundo entero. En ustedes ya está vivo el Amor de Mi Corazón, pero hay hermanos y hermanas en este mundo que no tienen Mi Amor, que no conocen la esperanza, que desconocen la fe que ustedes hoy viven conscientemente a los pies de esta sagrada Comunidad-Luz.

Por eso, los invito a levantar a las Comunidades sobre la superficie de la Tierra y a todos los puntos de Luz que deben despertar a lo largo y ancho del mundo. Recuerden, hijos Míos, que habrá una mínima parte de ustedes que hará la gran tarea, pero todos pueden estar unidos en espíritu y en omnipresencia.

Mi Hijo les confió el Santo Espíritu en Pentecostés. Este Espíritu que siempre viene a ungirlos, a renovarlos y a curarlos. Por eso, hoy liberen sus corazones de amarguras y tristezas. Renuévense a través de Mi Presencia humilde pero celestial y sean Uno con Mi Hijo, el Cristo, a través de los actos de Misericordia, de servicio, de oración, de adoración y, sobre todo, de Comunión con el Cuerpo y la Sangre de Cristo. 

Él viene a renovarse, en estos tiempos, a través de ustedes por medio de la vida infinita de los Sacramentos; porque el Sacramento no es un simple acto, es más que una Gracia y una oportunidad, es la gran chance que todos tienen de estar unidos a Dios conscientemente, para recibir Su Gracia, Su Amor y Su Misericordia. 

Por eso, hoy vengo a colocarlos a todos los presentes y no presentes en otra dimensión; en la dimensión de la Gran Consciencia Divina y Única, de donde sus almas surgieron en el Origen, en donde el Propósito fue conocido por sus esencias desde el principio. Propósito que, en este tiempo, Yo los invito a abrazar y a conocer internamente. Propósito que se revelará ante ustedes, a cada uno de sus corazones, cuando se entreguen en confianza a lo que es desconocido. Entonces, la gran puerta de la Gracia de Dios se abrirá y Su Misericordia descenderá como siempre lo ha hecho; hará de sus corazones, corazones pacíficos, así tendrán un corazón pronto para el fin de los tiempos, aunque sigan sintiendo lo que ustedes llaman miedo.

Pero crean en esa Luz que viene a través de Mi Corazón para todos. Esa Luz que representa al Cristo Cósmico, Aquel que se dejó clavar en la Cruz por cada uno de ustedes, y que de Su Costado derramó Agua y Sangre por la liberación de toda la humanidad hasta el fin de los tiempos, hasta Su Retorno.

Por eso, ahora, colóquense debajo de los Rayos de la Misericordia de Mi Hijo, a través de la intercesión de su Abogada Celestial; confíen sus aspiraciones al Padre Eterno, a Cristo; beban de la Fuente de la Gracia que se les ofrece en este momento, para que sus almas se puedan sanar y sus corazones se regocijen por Mi Presencia Maternal.

Hoy, traigo una renovación especial para todos los Hijos de María; especialmente para Mis Hijos de Brasil, que tienen el Sagrado Propósito de sostener la Llama de la Paz, esa Sagrada Llama que brota de Mi Inmaculado Corazón, y también de sostener el estandarte de la Paz de Cristo en estos tiempos definitivos.

Si se colocan siempre a disposición de Dios, como lo dice la canción en el llamado de María, la fortaleza no temblará.

¿De qué tienen miedo en este tiempo?, si Yo estoy aquí y Soy su Madre Celestial que les trae el Mensaje del Cielo, del Universo; que, a través de la Palabra de Vida del Sagrado Verbo, viene a sanar sus heridas, traumas y todo su pasado, viene a renovarlos en Cristo y por Cristo, para que el triunfo de Su Divina Misericordia se dé en muchos más corazones en este mundo y así, todos los que están despiertos les digan nunca más al mal y a la oscuridad, para que triunfe la Luz y el Amor de Mi Hijo.

Muchas son la Gracias que el mundo necesita en este tiempo, pero muchas son las oraciones que se seguirán elevando a través de la respuesta de cada hijo Mío. Por eso, seguiremos orando fielmente, permitiendo que el Cielo toque la Tierra, que la Vida de Dios y Su Infinito Universo haga más milagros en las almas, principalmente en las necesitadas de amor y de mucha redención.

Por eso, los invito a aceptar en este tiempo su camino de conversión, con perseverancia y con mucha fe. No se dejen amedrentar o perturbar, crean de una vez y para siempre que ya tienen un lugar en Mi Corazón de Madre, un Recinto Sagrado en donde siempre encontrarán la paz, el alivio y la cura de toda esta humanidad.

Sean perseverantes en el camino de la gran transformación y permitan que sus esencias, en este tiempo, sean estrellas guías para muchas almas y corazones, en la oración, en el anonimato y en el sagrado servicio por Nuestro Señor, el Redentor.

Permitan, en este tiempo, que Su Misericordia descienda al mundo. Aún es muy urgente para toda esta humanidad el descenso de la Misericordia Divina. 

Es tiempo de actuar de corazón y con discernimiento, sin dejar que la fe oscile, renovados en Cristo en cada momento y en cada paso.

Yo vengo, aquí y en esta noche, a agradecerles por el triunfo de los Sagrados Corazones en Sudamérica. Aunque sigan sucediendo situaciones difíciles y hasta inexplicables, no dejen de seguir adelante. Vean cómo el Corazón de Cristo triunfa, una vez más, en las moradas silenciosas y anónimas, en aquellos que en simplicidad le dicen sí.

Mientras estoy aquí presente, recojo sus intenciones y las intenciones de todos los que escuchan a través de esta transmisión, para poder llevarlas en Mi Corazón a Dios y convertirlas en Gracias, oportunidades, esperanza y Misericordia para todas las almas, especialmente para aquellas que más necesitan de Dios en este momento.

Ahora, escuchando el instrumental del himno de la consagración, invito a los pies de este escenario, a los que hoy darán el paso de consagrarse como Hijos de María.

 

Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús: 

Pueden aproximarse.

 

Y, a través de esta consagración, les abriré la puerta a la gran oportunidad de la renovación de los votos a todos aquellos que ya se consideran Mis Hijos; y para que, a través de este grupo de Hijos Míos que hoy consagraré, surja un nuevo Rosario de Luz por Brasil, almas que sustentarán a través de la oración el fin de estos tiempos, los desafíos y experiencias que vivirá este país.

Su voz, la voz de cada Hijo que hoy se consagrará, será escuchada a través de cada nuevo Rosario de Luz. Yo invito a propagar ese bendito ejercicio del Rosario de Luz en las familias, en las naciones, por donde vayan, en el mundo entero.

Todos deben conocer la Gracia de ser parte de un Rosario de Luz, porque en cada nueva consagración de Hijos de María, cada corazón, cada alma y cada espíritu se convierte en una cuenta de Luz de Mi gran Rosario Universal, a través del cual Yo puedo orar en plenitud, gozo y alegría, para presentarle a Dios la gran redención de todos Sus Hijos.

Por eso, hoy bendigo a los que forman parte de Mi ejército de Luz en la superficie de la Tierra, bendigo a aquellos, Mis amados hijos, que sostendrán en estos tiempos definitivos la bandera de la Paz por Brasil, clamando a través de la oración por Paz y por Misericordia para esta Tierra bendita de Dios, escogida como la cuna de la Nueva Humanidad.

Como la Señora Aparecida, como la Reina de la Paz, como la Señora de la Sagrada Figueira, Yo los bendigo y los consagro como Mis Hijos; bajo la Gracia del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amen.

Ahora, Yo quiero escucharlos cantar.