Jueves, 5 de junio de 2014

Maratón de la Divina Misericordia
APARICIÓN DE CRISTO JESÚS DURANTE LA 11ª MARATÓN DE LA DIVINA MISERICORDIA, EN LA CIUDAD DE ÁVILA, ESPAÑA, AL VIDENTE FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN

Alaben y adoren al Santísimo Sacramento Universal, la Custodia Universal de la Paz, que desciende en cuerpo y sangre inmaterial para dar vida a vuestros espíritus, levantar a los que han caído y resucitar en espíritu a todos los que han confiado en Mi llamado.

Estoy formando apóstoles y misioneros de corazón y de alma, pero también estoy formando sacerdotes que instituyan ecuménicamente Mi Eucaristía.

Lo que Yo pretendí desde el principio, cuando estuve entre ustedes, Mis amigos, fue que vivieran e imitaran Mi sacerdocio interior. Si así lo hicieran, reforzarán las bases de la vida espiritual y nuevos corazones se aproximarán a Mi Corazón porque serán renovados en espíritu y en amor, a pesar de haberse alejado de Mí hace mucho tiempo.

Este misterio que hoy les revelo, al cual llamo Sacerdocio Espiritual, es la fundación de Nuevos Cristos sobre la superficie de la Tierra; Cristos que ayudarán a los que ya son Cristos y a los que aún no han despertado para ser Cristos. Mi Sacerdocio Espiritual, es el que Yo infundí desde el principio a través del pan y del agua, de la sangre consagrada y del cuerpo glorificado y vivo.

Yo necesito en esta tarde, en este tiempo y en este siglo, que los sacerdotes se fortalezcan para que difundan verdaderamente Mis enseñanzas, y puedan despertar a los nuevos apóstoles. Aquellos que, a través de la oración y de la misericordia, irradiarán la Palabra de Vida sobre los que mueren en vida y necesitan de aliento y de cura.

Yo no vengo hoy a ver vuestros pecados o las grandes deudas que yacen en vuestros corazones; Yo vengo en Misericordia a encontrarlos, a traerles Mi Esperanza Divina, Mi Resurrección y Mi Gloria, porque lo único importante, Mis compañeros, es que busquen día y noche Mi Corazón.

Que vuestros ojos ya no miren a los hombres simples ni busquen la santidad en aquellos que no la pueden vivir; Yo solo los utilizo como instrumentos para hacer Mis obras de Paz.

Congrego a los rebaños en este tiempo renovándolos a través de la comunión viva, aquella comunión que Yo les entrego en un simple pedacito de pan que es grandioso a los Ojos del Padre porque está lleno del Espíritu de Vida, de Mi Divinidad, de Mi Amor y de Mi Unidad.

De esa forma Mis compañeros, los invito a elevar vuestras consciencias. Vuelen hacia lo alto como las aves, para fundirse en el Reino de Dios, que será el único Rayo y el único impulso que les permitirá caminar entre las penumbras, entre los abismos y los puentes quebrados. Así podrán elevarse en espíritu y encontrar la misión que tanto buscan, cumpliendo con la Voluntad de Mi Señor y llevando la Paz para aquellos que más la necesitan.

La tarea de los Cristos será con todos. Mi llamado es para todas las almas vivas y, principalmente, para aquellas que mueren en vida por estar sumergidas en el pecado y la perdición.

Quiero que vean aún la luz de Mi Misericordia, aquella que se aproxima desde el Cielo a vuestros corazones preparando vuestros seres internos para lo que pronto llegará al mundo. Por eso deberán estar preparados en sus consciencias y en sus corazones, en el amor y en unidad con Dios.

Y si vuestras manos, como hermanos, se mantienen juntas, podrán soportar la corriente que llegará. Corriente que purificará la Tierra tan contaminada, y que en otros despertará nuevas llaves para vivir en Dios. Esta corriente es una corriente divina, es un fluir divino desde el Corazón de Dios. Es la manifestación de la Ley en este Universo material que poco a poco se aproxima a esta humanidad; porque ya llegó el tiempo para los que duermen y para los que no quieren saber de Dios. Los que abran sus ojos hacia el Cielo verán venir en gloria al Hijo de Dios.

En verdad, Mis compañeros, ese será el momento del gran juicio para todos. Y en Mi Libro Universal Yo escribiré, con Mi Pulso y con Mi Mano, lo que han hecho bien y lo que no han hecho bien. Ahora no vengo como un juez, vengo como vuestro Salvador y Redentor, y si ustedes mantienen la llama viva en vuestro interior, vuestros errores se purificarán pronto. El ejemplo de vuestras vidas será de renovación e impulso para otros hermanos que ya no verán a la misma persona, sino verán el brillo de vuestras almas encendidas por el fuego de Mi Divina Misericordia.

En cada comunión que Yo les entrego mes a mes en este encuentro de oración y de paz, los aproximo a Mi Corazón para que puedan sentir Mi Unidad y Mi Amor, dones de fortaleza y de vida para este tiempo. Por eso los congrego en esta tarde, para que reafirmen vuestros votos Conmigo dando un “sí” verdadero al Universo.

Siguiendo Mis pasos de peregrino, verán en el firmamento la señal de Mis estrellas, esa será la indicación de que está llegando el tiempo de recibirme en amor y en verdad. Y de esta forma Mis compañeros, dar testimonio de Mi Presencia en el mundo antes de Mi llegada gloriosa a la Tierra. Así Me ayudarán Mis compañeros, a cumplir el propósito de Dios.

Mientras la tarde cae en el horizonte, Mi Misericordia se derrama sobre este lugar y sobre el mundo, expandiendo, como moléculas de Luz, Mis Células crísticas de la Resurrección, para que los corazones sintonicen Mi Presencia. Mi Presencia es como un espíritu inmaterial de paz, como una fuerza poderosa que nace de la Fuente del Creador y que viene en auxilio de los que la invocan.

Prepararemos amorosamente, Mis amigos, en el espíritu del nuevo sacerdocio, esta sagrada comunión que hoy compartiremos en memoria de Mi Presencia en la Tierra; principalmente, de la Obra de Dios a través de Mí, que es la gran llave para vuestra redención, el gran paso para vuestra evolución.

En cuanto comulguen Conmigo, después de este encuentro, entréguenme aquello que aún no Me han entregado, porque espero que en el día de mañana vuestros corazones florezcan como las flores que se abren a los rayos del sol y expresen el amor que viven, sin restricciones y sin miedos, donándose y entregándose en confianza a Mi Corazón.

Sepan que no solo vengo a llamarlos a ustedes, sino a todas las almas. Hago resonar Mi Voz como un gran eco para que todos los espíritus que se encuentran sobre la Tierra, visibles e invisibles, en los infiernos o en el purgatorio, puedan tener la esperanza de una nueva vida, de la resurrección a través de Mi Misericordia, y de la elevación de vuestras moradas hacia el Reino de Dios.

Cada vez que comulgan Conmigo y funden vuestras consciencias con Mi Corazón, este misterio tan poderoso de la unión de vuestras almas con Mi alma, abre puertas para la liberación y al menos un alma, entre tanto sufrimiento, es liberada del infierno o del purgatorio, tan solo cuando ustedes colocan amor en lo que están haciendo.

Recemos.1

Con tres Padre Nuestro y tres Gloria, recuérdenlo, tengan consciencia que estarán aliviando Mi Corazón de los flagelos que Me infunde la humanidad por medio de sus acciones inconscientes. Porque también Mi Espíritu y Mi Corazón se encuentran en la naturaleza, en la belleza que Dios ha creado. En cada rama de un árbol que es quebrada, en cada piedra que es destruida o en el agua que es contaminada es como si quebraran, destruyeran o envenenaran Mi Corazón.

De la misma forma cuando le quitan la vida al Reino Animal que está encargado, en este tiempo, de enseñarles, de enseñar a la humanidad la grandeza del Amor de Dios a través del silencio que ellos viven o del canto de las aves que expresan agradecimiento a Dios por haberlas creado.

¿Alguna vez, Mis compañeros, agradecieron a Dios por haber sido creados?

Observen en la naturaleza esa respuesta. La naturaleza mucho les enseñará. Dios creó a los Reinos de la Naturaleza para que las almas se pudieran elevar con facilidad. Con tres Padre Nuestro y tres Gloria también ayudarán, tan sencillamente, a los Reinos creados por Dios. Les agradeceré por este ejercicio.

Y en esta tarde de bendición, Mi paternidad bendecirá a los Hijos de María que se han abierto al llamado del Inmaculado Corazón. Nuevamente el Cielo les quiere mostrar que todos pueden ser consagrados siempre que digan “sí” como una respuesta del corazón. Así, tan simplemente, se unirán a la Voluntad del Padre y podrán seguir los caminos que Él prevé.

Bendigo a todas las almas presentes y a todos aquellos que se afirman en Mi camino confirmando los pasos de la cristificación y de la unión perfecta que habrá con Dios después de esta vida, en el Reino de la Eternidad.

Gloria a Dios en las alturas y Paz en la Tierra a los seres de buena voluntad.

Por este momento y por todos los que hemos compartido les agradezco.

Vayan en Paz, alegremente, comulgando con Mi Cuerpo y Mi Sangre, fuente de renovación, esperanza y redención.

Que así sea.

 

1. Se oraron tres Padrenuestros y tres Glorias.