Sábado, 8 de agosto de 2015

Mensajes diarios
MENSAJE DIARIO EXTRAORDINARIO DE MARÍA, ROSA DE LA PAZ, TRANSMITIDO EN EL CENTRO MARIANO DE AURORA, PAYSANDÚ, URUGUAY, CON MOTIVO DEL 8° ANIVERSARIO DE LAS APARICIONES DE LA VIRGEN MARÍA, AL VIDENTE FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN

Queridos hijos:

En este día, Mi mensaje es de Paz y de preparación interna para todos.

A las puertas de un nuevo tiempo, Mi Corazón los sigue guiando por el camino de la redención, camino al que todos están llamados a vivir antes del comienzo del Armagedón.

Mi Corazón se dona a ustedes como una flor cuando se abre a los rayos del sol. Mi único propósito es hacerles tomar consciencia de la verdad que muy pocos viven en este ciclo, verdad que es ocultada por las manos impuras de algunos hombres de la Tierra.

Para eso, Yo vengo fuera de la Iglesia para recuperar y rescatar la dignidad y la filiación de todas las almas con el Único Padre Celestial. En la Iglesia de Cristo Mi voz se pronunció muchas veces y aún lo sigue haciendo a través de Medjugorje en este tiempo, pero para Mis hijos, parece que muchos años de advertencias y de mensajes no son suficientes.

Para que ustedes no pierdan el tiempo precioso que Dios les da en este momento, vengo para que en este día 8 de agosto, ustedes aprendan a amar la palabra de la Jerarquía Celeste, la cual como vida y vibración los guía y les muestra el camino.

Hijos, el tiempo actual indica una realidad decadente en la vida de la humanidad, y no será necesario que hoy Yo relate sobre eso, porque ustedes ya lo ven a vuestro alrededor.

Es por esta causa, como también por tantas otras, que Mi Hijo viene en este ciclo para pedirles la consagración a Su Sacratísimo y Bendito Corazón para que vuestras vidas en la materia representen por lo menos el diez por ciento de la concreción del Plan de Dios para esta humanidad.

Hijos, así está el mundo y la consciencia de toda esta humanidad, ya que la omisión de la mayoría los ciega completamente y no les deja ver la gravedad de un mundo que arde en llamas todo el tiempo.

Por eso, como vuestra Madre del Apocalipsis, vengo para advertirles sobre la importancia de tener en los tiempos venideros un espíritu de paz, de neutralidad y sobre todo, de amor y de esperanza.

Cuando una consciencia se resiste a cambiar ciertos hábitos de vida, los que influyen ampliamente en la conquista atroz de las fuerzas contrarias al Plan de Dios, la esencia pierde el ciclo y entonces debe esperar una próxima oportunidad.

Pero Mi Gracia es infinita y es esta Gracia sublime de Dios la que reúne a todos bajo un mismo fin y una misma propuesta espiritual. Yo vengo para salvar a las últimas rosas de los incendios de este mundo, vengo para despertar la consciencia a las realidades superiores, en donde reina y habita el Sagrado Propósito de Dios.

Vengo para recordarles el camino sagrado de la oración, y al mismo tiempo vengo para quitarles las vendas de los ojos una y otra vez, y así podrán ver lo que Mis benditos ojos pueden ver sobre el destino de este mundo.

Vengo para que se cumpla la escritura de Juan el Evangelista, así como una vez Jesús la cumplió siendo el Mesías de Israel.

Ahora todo ya fue dicho, es hora de actuar de corazón pero sin apuros; la necesidad de Luz y de Misericordia es muy grande para ustedes y para todos los reinos de la naturaleza, que son el blanco de grandes desastres, errores humanos irreparables en el Corazón de Dios.

Cuando vuestra actitud es justa, el Universo muestra su equilibrio. Cuando vuestra acción es precipitada, falsamente poderosa y mezquina, el Universo será justo en todos los planos de la consciencia.

Ingresen en el nuevo ciclo con una expansión mayor de vuestros corazones y un poco menos de vuestras propias ideas. Dios los necesita plenos, humildes y dichosos para que finalmente sean columnas de un Plan que corre peligro de no poder cumplirse. Solo bastará orar, orar y orar y ser un cooperador de la Jerarquía Celeste, colaborando en el desarrollo de la misión de toda la Hermandad Celeste.

Bendigo este día que al fin llegó para que todos se purifiquen y en amor se consagren al Santo Espíritu de Dios.

¡Les agradezco por responder a Mi llamado final!

Los une al Principio Divino de la Suprema Voluntad,

Vuestra Madre María, Rosa de la Paz