Domingo, 25 de noviembre de 2018

Mensajes diarios
MENSAJE DIARIO DE MARÍA, ROSA DE LA PAZ, TRANSMITIDO EN LA CIUDAD DE FLORIANÓPOLIS, SANTA CATARINA, BRASIL, AL VIDENTE FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

La cura y el perdón del pasado – Parte II

En todo el sistema universal de la Creación, el ser humano siempre fue un elemento de estudio y de análisis espiritual, a fin de lograr percibir la capacidad que tiene la consciencia terrestre para poder comprender y poder vivir la vida del espíritu con base en sus experiencias, sentimientos y sentidos.

En este siglo XXI, en que la humanidad afirma que el avance del ser humano está en la ciencia y en la tecnología y que todo eso moderniza al mundo, dentro de la consciencia terrestre eso generó un espejismo y una ilusión de algo que no es real.

Todo ese movimiento científico y moderno llevó a aumentar el poder destructor de la raza para con los Reinos de la Naturaleza y la Creación, en la búsqueda de un supuesto beneficio global que es impulsado por el trabajo de millones de personas, pero que es aprovechado por pocos a través de los denominados "sistemas de vida".

Todos esos factores, sumados a la violencia y a la transgresión de parte de los seres humanos para con el planeta y su manifestación natural, cerraron las puertas de las consciencias para poder prestar atención y percibir la realidad.

El esfuerzo de muy pocos por intentar proteger al planeta de la contaminación y de las transgresiones de los seres humanos para con las Leyes de la naturaleza, parece ser insuficiente.

Ante este escenario global, en donde reina la ambición por más poder y por sacar más provecho de los recursos del planeta, la Tierra, en su totalidad, se prepara para vivir su gran parto y para purificar y limpiar, a través de él, todo lo que la aprisiona; esto forma parte de un movimiento universal que sucede cada cierta cantidad de millones de años.

El planeta fue escogido y preparado por los grandes devas y ángeles del Universo para recibir a la actual civilización, la cual, dentro de la Ley de la Vida, debería estar en comunión con todos los Reinos; pero los efectos de la invasión y de la explotación del ser humano para con los recursos del planeta lo distanciaron del propósito interior de su existencia.

A esta escuela del amor y del perdón, que representa la Tierra, fueron enviadas cientos de consciencias con una condición espiritual primitiva, las que recibirían la gracia de evolucionar dentro de un contexto como lo es la Tierra, para aprender a despertar el amor y el perdón como medios para poder vivir la tan esperada cura espiritual.

Por esa razón, este planeta, bellísimamente creado por Dios, se ofreció, en su humildad y silencio, para acoger y contener a espíritus llenos de errores y de fallas; espíritus de otras estrellas, como los que conforman la humanidad actual; los cuales, despertando a su propósito divino, pudieran vivir la redención para comenzar a transitar la rehabilitación.

En la actualidad, la Tierra continúa siendo esa paciente morada que, una y otra vez, se ofrece para recibir espíritus de otras estrellas, consciencias muy necesitadas de amor y de perdón.

Pero, a lo largo de los tiempos, muchos se olvidaron de que esta escuela del planeta, que también fue vivida por Cristo, tiene su base espiritual fundamentada en la experiencia del amor. Por eso, la mayoría volvió a cometer los mismos errores o errores semejantes que llevan a las consciencias hacia un estado de precariedad espiritual.

Por ese motivo, la Jerarquía Espiritual se aproxima, de tiempo en tiempo, para poder enseñarles a los seres humanos el camino de retorno a la Casa del Padre y que ellos puedan tomar consciencia de la existencia de una unión sincera y verdadera con la Creación, sin necesidad de transgredirla.

Llegó la hora de curar y de perdonar el pasado, y para eso los seres humanos deberán reconocer sus fallas para aprender a enmendarlas y, así, nuevamente tener la gracia de poder vivir en Dios, cumpliendo de manera consciente cada uno de Sus designios.

¡Les agradezco por responder a Mi llamado!

Los bendice,

Vuestra Madre María, Rosa de la Paz